La posible eliminación de las dos exoneraciones abiertas que reciben, cada cuatro años, nuestros legisladores, se ha convertido en un tema de discusión pública, pero no nos hagamos ilusiones; de ese susto, como dicen por ahí, no nos vamos a morir. De esa discusión, sin embargo, han surgido opiniones interesantes y reveladores datos que no deben pasarse por alto, como es el caso del senador peledeísta por San Cristóbal Tommy Galán. Según el legislador, presidente de la Comisión de Finanzas de la Cámara Alta, esas exoneraciones representan una pérdida para el Estado de RD$2,500 millones cada cuatro años. Y agrega, para robustecer su argumento, que esos ingresos que el Estado deja de recibir influyen de manera negativa en los programas sociales que podrían implementarse en las áreas de salud, educación, y servicios como agua potable. Eso no quiere decir, no nos confundamos, que sea partidario de su eliminación pura y simple (¿¡Y es fácil!?) sino de que se les fije un tope que podría rondar entre los 80 o los 90 mil dólares, para que el Estado, es una suposición mía, no cargue tan pesado. Desde luego, el senador peledeísta no ha conseguido convencerme de que merece un aplauso por ser tan consecuente y considerado con el “pobre Estado dominicano” al mostrarse dispuesto a sacrificarse en dólares, pero sí ha logrado motivarme a que le pregunte, teniendo en cuenta que parece tener cierta habilidad para los cálculos matemáticos, si por casualidad se ha puesto a sacar la cuenta de lo que ese mismo Estado pierde o deja de recibir como consecuencia del Barrilito que los senadores se embolsillan cada mes; o de todo lo que podría hacerse con ese dinero si se invierte de manera directa y puntual en mejorar la salud, la educación y los servicios básicos que todavía no reciben miles de dominicanos, muchos de los cuales tienen que recurrir al desorden y la protesta social para que los que gobiernan se acuerden de su triste y azarosa existencia.