Sacar limpiabotas de las calles trae buen resultado a familias y sociedad

Sacar limpiabotas  de las calles trae buen resultado a familias y sociedad

Entusiasta y con una sonrisa, Ezequiel Alberto González, de 15 años, narra que desde que tenía ocho limpia zapatos en calles de la capital, por las que caminaba sucio y con ropa rota, expuesto a todo tipo de peligros, hasta que fue rescatado por la Fundación Limpiabotas Amor y Fe.

Esta Fundación ayuda a cambiar la vida de jóvenes alejándolos de las calles y retornándolos a su famlia. Ha hecho lo mismo con al menos 500 niños con edades de siete a 16 años, desde su inicio en 1996.
Ahora los niños y adolescentes dan testimonio del cambio.

En el caso de Ezequiel, el amor por el trabajo nació en él desde muy pequeño. Veía a su madre, Santa González, hacer dulces y él y sus hermanos salían a venderlos por las calles de Villa Francisca, y con otros niños que limpiaban zapatos aprendió a hacerlo para ayudar en su hogar pobre.

“Yo salía a limpiar zapatos no por la necesidad sino porque me gusta mucho trabajar”, dice el adolescente con seguridad y buena dicción, que dejan ver su inteligencia.

Como otros chicos, iba al hospital Luis Eduardo Aybar (Morgan) y recorría el Malecón, la avenida Duarte y El Conde. En esas zonas acechaban la delincuencia, las drogas y los violadores.

Ahora el muchacho dice que su vida ha cambiado, gracias a la Fundación Limpiabotas Amor y Fe, que recoge a niños que realizan ese oficio en las calles para retornarlos a sus hogares o al Estado.

Retornó a su hogar con su madre Santa y su padre Florencio Gil, de quien no lleva el apellido porque este tenía problema con su cédula al momento de ser declarado, pero dice que no le afecta.

Amor y Fe. Su fundadora, la enfermera Mélida Sánchez, se sintió motivada a trabajar en el rescate de miles de niños que limpian zapatos en todo el país viendo a estos infantes caminar sucios y sin apoyo ninguno.
Los primeros pasos fueron informales, porque Sánchez voluntariamente comenzó a recolectar ropa y a darle a los limpiabotas. Luego trabajando en la Pepsi, cuenta que la encargada de personal, Alicia Escoto, comenzó a facilitarle algunas donaciones de esa empresa, como ropa y calzados.

Hoy, viendo que tantos niños que fueron recatados por Limpiabotas Amor y Fe son policías, profesionales y estudiantes meritorios, esa es la satisfacción de ella y los 10 coordinadores que trabajan en la Fundación.
A pesar de los resultados, cuenta que hay restricciones económicas para seguir recatando limpiabotas, como falta de 30 mil pesos mensuales y una guagua para recoger a los infantes que están en las provincias más pobres del país.
Pidió al Gobierno que restablezca el comedor que le fue retirado en el 2006, sin ninguna explicación, porque la comida es una de las mejores maneras de llegar a esos niños que andan en las calles hambrientos.
Además, insta al Estado ayudar a integrar a esos niños a la escuela, porque considera que si después de ser separados de las calles no son educados de nada sirve el trabajo hecho.

Los muchachos acogidos en esta Fundación ahora comparten en el seno de su familia, estudian en la mañana y en la tarde practican deportes en la Fundación Canillitas con Don Bosco, en el sector María Auxiliadora.
Otros trabajan, que era la gran preocupación de muchos, como Ezequiel, cuyos padres están afectados de hernias en la columna, porque trabajan vendiendo plátanos en el mercado.

Estos limpiabotas saben del valor del trabajo y la importancia de ganar el dinero con el sudor de la frente y saben que la dignidad no tiene precio.

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