Sacerdote denuncia que existen en México fosas con cadáveres sin órganos

Sacerdote denuncia que existen en México fosas con cadáveres sin órganos

PUEBLA DE ZARAGOZA, México. AFP. El sacerdote mexicano Alejandro Solalinde, reconocido defensor de los derechos de los migrantes, aseguró hoy en Puebla que existen fosas clandestinas en las que se encuentran enterrados cadáveres sin órganos, supuestamente de indocumentados, aunque dijo no poder revelar aún su localización.

«En algunos lugares que ahorita no puedo revelar, hay yacimientos de cuerpos sin órganos, esto es grave.

Fui informado por autoridades», dijo el religioso durante una ceremonia en Puebla -a unos 120 kilómetros de la capital mexicana- en la que se premió su trayectoria humanitaria.

«Yo apuesto lo que quieran a que son migrantes» los que se encuentran en esas fosas repartidas en tres pueblos, añadió Solalinde, quien en 2012 recibió de manos del presidente Enrique Peña Nieto el Premio Nacional de Derechos Humanos.

El también fundador y director del albergue para migrantes Hermanos en el Camino, ubicado en Oaxaca (sur), aseguró que cada vez hay más madres de familia entre los migrantes que viajan clandestinamente rumbo a Estados Unidos en busca de mejores oportunidades.

«Algo que nunca había visto, muchas mamás, un 40% de esa población migrante, mamás con sus niños ¡…¿ Me preocupa por si existe tráfico de niños, me preocupa que haya tráfico de órganos», dijo.

Entre el 22 y el 23 de agosto de 2010 fueron asesinados a sangre fría 72 indocumentados de centro y suramérica a sólo 160 km al sur de la frontera con Estados Unidos, en un rancho del municipio de San Fernando (Tamaulipas, noreste).   Esta masacre, considerada la más cruenta contra migrantes en México, es hasta ahora atribuida al cártel Los Zetas.

En 2011, también en San Fernando, aparecieron 193 cadáveres de migrantes en fosas clandestinas, mientras que otros 49 fueron localizados en el municipio de Cadereyta (norte) en 2012.

Unos 140.000 extranjeros -la mayoría centroamericanos- ingresan cada año de manera ilegal a México, intentando llegar a territorio estadounidense, de acuerdo con estimaciones oficiales.

Algunos de ellos pagan a «polleros» (traficantes) para que los guíen en su ruta clandestina y muchos son víctimas de robo, extorsión, violación, trata, secuestro y asesinato por parte del crimen organizado, así como de abusos por parte de autoridades.

El Instituto Mexicano de Migración ha advertido recientemente del creciente número de menores no acompañados que viajan clandestinamente a México desde Centroamérica.

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