Sacerdotes reclaman se cumplan leyes; critican a los corruptos

Sacerdotes reclaman se cumplan leyes; critican a los corruptos

Un diácono y seis Sacerdotes que pronunciaron el sermón de la Siete Palabras de Jesús en la cruz coincidieron en criticar la tolerancia frente a la corrupción y el poco interés de los gobiernos para combatirla, al tiempo que abogaron por más justicia, paz, reconciliación y orden.

Desde la catedral el diácono José Miguel Puerta, los padres Antonio Méndez, Carlos Abreu, Miguel Angel Amarante de Jesús, Sandy Adalberto Ramírez, William Fernández Villa y Martín Lenk  destacaron los principales males que afectan al país, con duras criticas y reflexión.

Señalaron las deficiencias en el sistema educativo, tras indicar el incumplimiento en la entrega de la partida presupuestaria prevista por la ley, en el sector de salud y en los servicios básicos: agua, luz y transporte. Atribuyeron al narcotráfico la corrupción en la juventud y la desintegración familiar y en la sociedad.

El diácono permanente José Miguel Puerta, al pronunciar la séptima y última palabra “Padre: en tus manos encomiendo mi espíritu”, consideró que el despilfarro y la mala planificación no permite una distribución más justa de los ingresos y señaló que las medianas y pequeñas industrias son sometidas al pago desproporcionado de de cargas impositivas que las estrangulan económicamente, además de las dificultades para acceder al crédito cómodo.

“La galopante corrupción donde la tolerancia ante el robo vulgar y los  malversadores de cuello blanco nos indican el poco interés y decisión para combatirla o protegida mediante la inmoralidad de jueces y de quienes los sobornan”, expresó Puerta.

De su lado el sacerdote Antonio Méndez, en la primera palabra “Padre, perdónales porque no saben lo que hacen”, pidió a Dios perdón para los que gobiernan y toman el poder para hacerse multimillonarios y después se acusan unos a los otros.

Dijo que muchos de los que han pasado y los presentes en el Gobierno deberían sentarse y repartir con buena conciencia los fondos mal habidos y “estoy seguro que daría para sacar a todos los pobres de los barrios y hacer que los mismos vivan decentemente y no sólo ellos, sino los del país entero”.

“Padre, perdona a esta sociedad, sin escrúpulos que busca ser movida por las pasiones, lo novedoso y la no complicaciones de sus actos. Ya no es nada pervertir, destruir  y acabar con las conciencias rectas. Ya da lo mismo matar a un inocente en el vientre o asesinar a alguien como si fuera una mosca, no quieren aceptar a los que hablan de moralidad, pues quieren hacer lo que sus pasiones les indica”, dijo el párroco de las San Juan Bautista de la Zurza y San Martín de Villas Agrícolas.

El padre Carlos Abreu, que tuvo a su cargo la segunda palabra “En verdad te digo: hoy estará conmigo en el paraíso”, criticó el cinismo hedonista que se apodera de tantos huérfanos de un horizonte de esperanza y dijo, al reflexionar sobre la conducta de los dos ladrones que al igual que Jesús   fueron condenados a morir en la cruz, que   hoy   día son  más los que se conformarían sólo con ser bajados de la cruz de su particular y privado suplicio.

Agregó que cuantas promesas de paraísos terrestres escuchamos cuando necesitamos que nos digan que el paraíso celeste existe y nos está esperando.

Abogó por el perdón para la sociedad y los grupos que buscan hacer callar a la iglesia con señalamientos de faltas morales, a veces inventadas y debilidades humanas del pasado.

“Mujer he ahí a tu hijo, ahí tienes a tu madre”, la tercera palabra fue interpretada por el padre Miguel Angel  Amarante, quien se refirió a la discriminación de la mujer a la cual no se le reconocen los innumerables aportes para la construcción de una sociedad justa.

Citó que María en su dolor se solidariza con las mujeres que claman su reconocimiento, que piden no ser utilizadas como un objeto, sino como sujeto que piensa, que siente, que busca, cree y  que vive.

El reverendo padre Sandy Adalberto Ramírez, secretario de la Comisión Nacional de la  Pastoral Familiar, pronunció el sermón de la cuarta palabra “Dios mío, Dios, mío, ¿por qué me has abandonado?,   sostuvo que ese es el grito de toda la humanidad, de toda la sociedad porque se destruye la familia, es el grito de la familia, la que está abandonada a su propia suerte y cita que “hemos visto como la violencia intrafamiliar se ha convertido en el país en una epidemia”.

Expresó que se han hecho varias campañas en los medios de comunicación, cientos de marchas para nada porque siguen incrementándose los crímenes contra la mujer y aumentan los niños huérfanos.

Mientras  el padre William Villa, de la parroquia Santa Lucia de Santo Domingo Norte, comentó la quinta palabra “Tengo sed” y dijo que la sed de Jesús se añade a la sed aún mayor de su deseo de salvar al mundo y que  esta es la única expresión de dolor que nos confía Cristo.

 “Jesús tenía sed de agua, pero además de justicia, de paz, de reconciliación de libertad, de armonía, orden y caridad”, expresó

En la sexta palabra, “Todo se ha consumado” el padre Martín Lenk  criticó el incumplimiento de la ley que el pueblo reclama, “el 4% para la educación” y recordó que a través de un amplio movimiento se ha exigido que se asigne  los fondos que la ley prescribe.

Apuntó que Cristo sí cumplió con la misión que el padre le encomendó. “Lo miramos a él, escuchando sus últimas palabras y nos preguntamos si  yo he cumplido con lo que me han encomendado, como padre, madre, empleados o patronos, como ciudadano o cono gobernantes”.

Zoom

Tercera palabra

El padre Miguel  Angel Amarante       se solidarizó con la madre que ha perdido a su hijo, muerto por una bala perdida y en un tiroteo en el barrio. También se identificó  con la angustia de la madre que busca la salud de su hijo en un hospital y lo que encuentra es la muerte porque no hay camas y muchas veces ni medicamentos.

Violencia intrafamiliar

Este tema fue tratado por el padre Sandy Adalberto Ramírez, en la cuarta palabra “Dios mío, ¿porqué me ha abandonado? y la sitúa en el abandono  que padecen las comunidades y el grito  por la destrucción de la familia.

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