Sacha Tebó Sencillamente humanista y creador

Sacha Tebó Sencillamente humanista y creador

Hay artistas de los cuales se recuerda la obra. Hay otros que dejan también en la memoria un comportamiento de nobleza, de afabilidad, de generosidad,  así fue Sacha Tebó.

Tampoco hemos olvidado que ese creador de excepción se decía de “nacionalidad caribeña”, hasta llegamos, él y yo, a tener una discusión… Es que se sentía haitiano, dominicano, ciudadano de la isla y poblador del archipiélago antillano por origen, convicción y residencia.

Hacía falta una gran muestra, reuniendo obras de un artista de excepción. El evento ha podido darse, bajo los auspicios del Ministerio de Cultura, en la Galería Nacional de Bellas Artes, gracias a la intensa colaboración de Angelina Gracia, esposa de Sacha Tebó, de coleccionistas allegados y de Geo Ripley, tan pluralmente talentoso como dedicado a la memoria de su amigo Sacha, que realizó una museografía espectacular en el Salón de la Cúpula, prácticamente sin medios.

¿En su lenguaje de signos y de pictogramas, salpicados aun de grafitti, Sacha Tebó era más dibujante, pintor, escultor? Esta muestra antológica señala que hay  simplemente un gran creador, con materiales, medios y dimensiones distintos, que disfruta y hace disfrutar por igual lo que realiza.

No procede jerarquizar una categoría en relación con la otra, pero sí  notar la consistencia vital de una investigación, totalizante en el tiempo, evocando tanto la prehistoria –por sus fuentes de inspiración– como la época contemporáneas –por las obras gestadas–.

La exposición. A veces, cuando un artista pasa de la escultura a la pintura, o viceversa, tenemos la impresión de que una, priorizada, se apoya en la otra. Con Sacha Tebó, si bien comprobamos acordes y parentescos, formales, estructurales, conceptuales, existe una real autonomía en el oficio: siempre se ha entregado totalmente a la obra en proceso, cual sea su técnica.

El maestro haitiano y santiaguero, el amigo entrañable, conjugaba varios talentos y temperamentos, entre ellos la riqueza intelectual,  por ser ferviente discípulo del sicoanálisis y creyente del poder de la psiquis.

No era un pintor que esculpe, ni un escultor que pinta, como tampoco le atribuimos predilecciones por determinados formatos, ya que demostraba la misma soltura en dimensiones mayores, como en piezas medianas y pequeñas: se valoran una personalidad inconfundible y un oficio de experto, muy peculiar además.

La escultura de los “Músicos danzantes” es una pequeña obra maestra. Miramos y admiramos este trío de músicos de jazz, bronce policromado y rítmico,  partitura mágica del artista.

Dibujo, pintura, escultura, mural,  materiales mixtos, Sacha Tebó era entonces un artista totalizante en el aspecto formal como en la temática, que,  de hecho, abarcaba la creación, física y filosóficamente, que rendía un tributo a la vida desde realidades  hasta mitologías e ideales, de la gran escultura y casi instalación, ocupando el centro del salón hasta obras diminutas, algunas líneas rectas y curvas, unos puntitos, colgadas en la pared. ¡Cada obra, por modesta que sea, nos fascina y ameritaría un comentario!

Ahora bien, para apreciar verdaderamente la obra de Sacha Tebó debemos detenernos delante de sus decenas de pinturas y ante su material y técnica predilecta, el encáustico, que, más allá de un componente, se refleja en la temática. Se trata  de un procedimiento tan antiguo y tan poco vigente que lo llegan a considerar como misterioso e innovador.

Originalmente, el encáustico se usaba para pintar los barcos, ¡y el bote de remos es un motivo favorito de Sacha Tebó! 

Ese procedimiento pictórico, fundamentado en elementos naturales, correspondía a la personalidad profunda de Sacha Tebó, enamorado y respetuoso en extremo de la naturaleza y de la vida.

Luego, igualmente en correspondencia con esa pintura milenaria, observamos los temas,  desde los mitos y deidades antiguos hasta la tierra eterna y, entre sus criaturas, los caballos de líneas insuperables, sin olvidar el cielo, poblado de chichiguas y sus vivos colores.

Actitud ante cualquier trabajo de arte, su concentración no variaba, trátese de un boceto a líneas, o un bronce de compleja fundición y patina. Así mismo reaccionamos, obra tras obra, cautivados por las diferentes categorías y expresiones.

Testimonio
Decía el gran artista haitiano Philippe Dodard, gran amigo de Sacha Tebó,  cuando él hablaba de la pintura haitiana: “Esta travesía de lo desconocido donde el hombre frente a sí mismo, frente al la dolor de la humanidad, cuestiona perpetuamente los misterios de la creación, (…) , la búsqueda de esta fuerza vibratoria que emana de la tela en lo que yo llamo «la vibración del tambor silencioso.

Esto también lo sentimos cuando nos encontramos delante de la pintura, de la escultura, del dibujo, de Sacha Tebó, vibrantes y silenciosos…

He aquí, pues, una exposición magistral de Sacha Tebó: la Galería Nacional de Bellas Artes empieza su programación del año 2013 con la presentación homenaje de un artista excepcional, cuya producción ha trazado pautas en el Caribe… en ese Caribe de su ciudadanía primordial. Una obra inconfundible por los temas tratados y la manera de tratarlos. Una obra a la vez fiel a sí misma y en metamorfosis constante. Una obra que se redescubre con igual curiosidad, placer y asombro.

Zoom
El encáustico
El encáustico, remontando a la alta antigüedad, casi desapareciendo desde la Edad Media y sustituido por la pintura de óleo, pese a su aparente simplicidad, cera de abeja caliente diluida con pigmentos, requiere, de hecho, mucho cuidado y experiencia.

Asuntos de temperatura, de instrumentos, de aplicación, de soporte son fundamentales, y, aunque hubo modernización de los ingredientes, hoy muy pocos artistas trabajan el encausto como lo hacía Sacha Tebó, con emoción y rigor artesanal conjugados, respetando con amor las exigencias de una tradición inmemorial.

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