Saint Laurent fue catalogado como el diseñador que liberó a  la mujer

Saint Laurent fue catalogado como el diseñador que liberó a  la mujer

PARIS. AFP. Yves Saint Laurent, el hombre de las gafas de gruesa montura oscura, quedará en los anales de la historia de la moda como uno de los grandes diseñadores de moda del siglo XX, como un libertador que dio poder a las mujeres, a las que osó vestir con prendas masculinas.

En el sacrosanto altar de l a moda francesa, este genio alcanzó una maestría propia, junto a otros de la talla de Paul Poiret, Christian Dior o Coco Chanel.

El modista, que nació como Yves-Mathieu Saint-Laurent el 1 de agosto de 1936 en Orán (Argelia), dedicó 40 años de su agitada vida a embellecer a las mujeres vistiéndolas con prendas que les dieron confianza en sí mismas y brillo.

Yves Saint Laurent se despidió del glamoroso mundo que fue el suyo el pasado 7 de enero, con una conferencia de prensa, la única de su carrera.

Dijo entonces adiós a la alta costura con el orgullo de haber «puesto siempre por encima de todo el respeto hacia esta profesión que no es del todo un arte, pero necesita a un artista para existir».

El que sería llamado el «Príncipe de la moda», el perfeccionista, el creador de un estilo, llegó con 17 años a París con los esbozos de sus diseños bajo el brazo y un talento desbordante.

Un año después se convirtió en el delfín de Christian Dior y simplificó su nombre, pasando a llamarse Yves Saint Laurent, con el que triunfó a partir de 1957, primero como director artístico de la casa Dior, a la muerte de su fundador, y más tarde con su propia firma.

Su primer desfile, el 30 de enero de 1958, fascinó a los clientes y a la prensa, que cayeron bajo el embrujo de este joven miope y tímido, y de sus creaciones. Su colección «Trapecio», en ruptura con las cinturas de avispa de entonces, lo catapultó al éxito.

En 1960, Yves Saint Laurent fue llamado a filas, pero fue declarado no apto por motivos de salud. Sufría entonces una de sus muchas depresiones. Al mismo tiempo, la casa Dior decidió sustituirlo por otro joven: Marc Bohan.

Entonces Saint Laurent alzó el vuelo en solitario, con la ayuda de su amigo Pierre Bergé. Juntos, el creador y el administrador, levantaron un imperio del lujo, que abarcó de la alta costura o el prêt-à-porter a los perfumes.

Al comienzo depuró las prendas de lo superfluo y se refugió en el negro hasta que, un buen día, viajó a Marrakech, de cuyo colorido se emborrachó hasta dominar los juegos de colores. En algunas de sus colecciones llega a rendir homenaje a pintores de renombre universal como Mondrian (1965), Picasso (1979), Matisse (1981) o Van Gogh (1988).

Si «Chanel liberó a las mujeres, Saint Laurent les dio el poder» con prendas de hombre, dijo de él Pierre Bergé. Unas prendas indispensables en el guardarropa femenino, como el chaquetón, la chaqueta sahariana, el esmoquin o el traje sastre con pantalón, que lucía con blusas transparentes.

En 1971, su colección inspirada en los años 40 fue todo un escándalo. La referencia a los años sombríos de la guerra y de la Ocupación fue criticada por una conocida cronista estadounidense. No obstante, gustó al público y se convirtió en uno de sus mayores éxitos comerciales.

Ese mismo año posó desnudo en los anuncios del lanzamiento de su perfume «Homme». Seis años después sacó «Opium», otro escándalo, otro triunfo.

Pero el maestro, quien se autodefinía como «un proveedor de sueños y de belleza», vivía en el desasosiego, alejado del mundo. «Nació con una depresión nerviosa congénita», comentó en una ocasión Bergé.   En su mensaje de despedida, declaró sin pudor que había «conocido el miedo y la terrible soledad. Los falsos amigos que son los tranquilizantes y los estupefacientes. La cárcel de la depresión y la de las casas de reposo”.

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Fuera de su época

Un protagonista
 Este grande de la historia de la moda confesó, que al igual que Marcel Proust, pertenecía a «la magnífica y lamentable familia de los nerviosos (que) es la sal de la tierra». También se enorgulleció de haber «participado en la creación de (su) época». Yves Saint Laurent no solo puso su arte al servicio de la moda, sino que tambièn participó con incuestinable  éxito en el teatro, haciendo los diseños de los decorados y los trajes.  Asimismo,  vistió,  cómo no podría ser de otra forma, a estrellas de la categoría de Catherine Deneuve, Zizi Jeanmaire o la musa por excelencia de Federico Fellini  Claudia Cardinale.

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