El Ministro de Administración Público, Ramón Ventura Camejo, clama y no le escuchan. Reiteradas veces ha pedido que el Poder Ejecutivo apruebe el reglamento de la Ley de Regulación Salarial del Sector Público, pero nada ha logrado. La decisión que reclama permitiría poner en práctica normativas que tienen por objeto erradicar el criterio clientelista y caprichoso conque los distintos gobiernos han fijado las remuneraciones en las instituciones centralizadas y descentralizadas del Estado.
Así como los partidos políticos han torpedeado los intentos en procura de que el país cuente con una actualizada Ley Electoral y una ley que regule a las organizaciones políticas, los intereses se oponen a que una ley les impida fijar los sueldos del Estado en función de simpatías políticas, en vez de capacidades técnicas demostradas. La ley de salario público acabaría con el festín que tanto dinero le cuesta al erario y que fomenta inequidad y abuso.
Es tiempo ya de que se eliminen prácticas que han convertido el erario en un botín al servicio del clientelismo político de los gobiernos de turno. La Ley de Regulación Salarial del Sector Público fue aprobada en el 2013, pero la falta de una decisión sobre su reglamento de aplicación ha impedido que se ponga en práctica. Esperamos que esta vez haya oídos que quieran oír al ministro Ventura Camejo.
No subestimar efectos del zika
El zika probablemente está entre nosotros. Las autoridades sanitarias locales están tratando de verificar mediante análisis de muestras en el exterior, al menos cinco casos de personas sospechosas de padecer la enfermedad. Aunque de esta enfermedad se ha dicho que no es mortífera y que es en cierto modo benigna, hay serias sospechas de que provoca microcefalia en neonatos y secuelas riesgosas para las embarazadas que resulten afectadas. Eso obliga a tomar precauciones especiales en cuanto a niños y embarazadas.
La población debe tomar muy en serio su obligación de eliminar posibles criaderos del mosquito transmisor del zika, que es el mismo que contagia el dengue. Para que la prevención sea efectiva, es necesario integrar de lleno a la población en la eliminación de aguas acumuladas y otros criaderos.