Salario Vs. calidad (2 de 2)

Salario Vs. calidad (2 de 2)

JOSÉ LOIS MALKUN
En nuestro artículo sobre Empleo vs. salario, publicado en este mismo espacio, nos referimos al problema de la informalidad en la economía, al subempleo y el pluriempleo y a la mano de obra barata, elementos que dominan el mercado laboral dominicano. En esta ocasión hablaremos de cómo se refleja esta tendencia en el desenvolvimiento de las empresas, en la calidad de los bienes y servicios y en la competitividad.

Por ejemplo, 25 años atrás, las industrias se peleaban por los buenos ingenieros de plantas, gerentes y vendedores.

Era la época en que la diferencia en el nivel de preparación del empleado, determinaba la calidad y penetración del producto en el mercado y la rentabilidad de la empresa. Se ganaba bien y había motivación, lo que convertía la competencia en un compromiso de todos y un problema de orgullo personal, hasta para los que hacían la limpieza.

De un tiempo para acá, los requerimientos son diferentes. Los gerentes y vendedores con experiencia, sean de la nueva o vieja guardia, no tienen cabida en las empresas existentes. A estas sólo les interesan jóvenes con necesidades y ante todo, baratos, muy baratos. Por eso, hoy la mayoría de las empresas dominicanas, salvo raras excepciones, languidecen y los galpones donde las maquinas producían se convierten en almacenes de productos importados. Todo ello, generando más desempleo abierto.

Hay que ver también la calidad precaria de muchos bienes que aun se producen en el país, con la agravante de que no compiten en precio con los importados de alta calidad. Por lo regular las industrias que sobreviven, más que preocuparse por la calidad de su personal y de sus productos para competir, buscan a toda costa restringir la competencia interna y muy particularmente, la que viene del exterior. Eso limita la capacidad de la economía para crear nuevos empleos como también para mejorar el salario.

La presentación de los productos es otra demostración de la poca iniciativa de las empresas. A veces buenos productos locales tienen una presentación que da pena y terminan desapareciendo del mercado sin saber porque. La respuesta simplemente es que no tienen el personal adecuado para entender el problema. La presentación de un bien es tan importante como su calidad, pero eso no la han aprendido los empresarios dominicanos.

Una de las áreas donde se manifiesta con más fuerza la calidad de un bien, es en la construcción. Muchas empresas constructoras de casas y apartamentos para la clase media, con la excusa de abaratar los costos, contratan haitianos con salarios de miseria que ningún dominicano aceptaría. El resultado es que usted compra un apartamento en plano o a medio terminar donde le venden maravillas en cuanto a calidad se refiere. Al final y cuando usted recibe su propiedad, se encuentra con que el trabajo de madera del gabinete de cocina es una porquería. Los pisos, mal colocados y con la peor cerámica. Los baños con problemas de funcionamiento. Las paredes mal empañetadas. Las filtraciones por donde quiera. Y las ventanas y puertas hay que repararlas casi todas por serios desperfectos.

Como los reclamos de los propietarios al recibir su vivienda caen generalmente en el vacío, por la impunidad prevaleciente, es mas rentable seguir esta practica abusiva, que contratar personal de calidad y entregar un producto aceptable para el publico. Si las empresas tuvieran que pagar todos esos reclamos como Dios manda, entenderían que hacer bien las cosas es más rentable y menos costoso que seguir contratando mano de obra barata.

Pero los servicios públicos no se quedan atrás. Desde sacar la placa o la licencia, hasta las actas de nacimiento, son un grave problema en este país, sin contar el picoteo. Se instalan sistemas informáticos modernos y costosos pero el problema sigue. Usted se preguntará como esto se soluciona. La respuesta es mejorando la calidad y el salario del personal que atiende a los clientes y reduciéndolo a la mitad, porque son tantos, que chocan unos con otros en el espacio donde trabajan. En este, caso alcanzar la eficiencia puede generar desempleo pero cuando cuándo del Gobierno se trata el problema tiene otra dimensión.

Esto me hace recordar, cuando siendo Secretario de Finanzas, dije que en el Gobierno laboraban más de 125 mil personas en exceso. Por poco me matan. Hoy esa cifra puede superar los 150 mil, pero le recomiendo a los funcionarios que ni la mencionen.

Definitivamente hay poco respecto para la gente calificada ya que no son bienvenidas en las empresas si pretenden un salario decente. Peor aun, si aceptan por necesidad un salario muy inferior se encuentran con lo que mas abunda: un jefe mediocre y limpiapolvo que te hace la vida imposible por miedo a que lo desplacen. Al poco tiempo, terminas de nuevo como desempleado.

Hace unos seis meses me ofrecieron en una empresa un contrato para un trabajo específico que requería 15 días laborables. Le manifesté que mi tarifa por día era XXX. El dueño, sorprendido, me respondió que eso equivalía al triple del salario mensual del Gerente General. Le di las gracias y le dije que antes de reducir esa tarifa prefería hacerle el trabajo gratis. Finalmente me contrató. Pero esa es mi filosofía, porque después de pasar lo que he pasado en mi extensa vida laboral y de estudios, no puedo aceptar que alguien le ponga precio a mi trabajo sobre la base de que vivimos en un país de mano de obra barata.

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