Salarios y precios

Salarios y precios

Un punto en que coinciden todos los sectores activos de la economía del país es en la necesidad de mejorar el poder adquisitivo del salario.

En primera línea, los trabajadores y sus organizaciones han estado formulando planteamientos en ese sentido, partiendo de escalas de aumento que si bien podrían ser justas en términos ideales, en la realidad no se corresponderían con el estado general de la economía. El sector patronal, por su parte, ha hecho a su vez contrapropuestas que, aunque muy distantes de las proporciones aspiradas por los trabajadores, denotan que el empresariado tiene claro que un aumento salarial es necesario, pese a que sus ofrecimientos no sean del todo satisfactorios.

Una razón válida para esta coincidencia es que al deprimirse el poder adquisitivo del salario, se deprime también la demanda de bienes y servicios de cuya producción o comercialización es responsable el sector empresarial. Es decir, que la capacidad de compra determina el comportamiento del mercado.

La escala del aumento salarial que debe ser aprobada tiene que ser el fruto de la avenencia entre asalariados y empleadores, tomando en cuenta ambos el estado de la economía nacional. A ese punto de avenencia se llega a través de un diálogo franco y realista, en el que cada parte esté dispuesta a ser flexible.

Cuando se ha hablado de un incremento general de salarios por vía legislativa, posiblemente se pierde de vista que todo esfuerzo en el sentido indicado debe estar supeditado al consenso previo entre trabajadores y empleadores.

II

En esa virtud, sería saludable agotar los procedimientos previstos para el reajuste salarial del sector privado, que consignan como ente moderador al Comité Nacional de Salarios, sin menoscabo de cualquier facultad que en ese sentido puedan tener las cámaras legislativas.

Ahora bien, el componente «salario» no es el único a tomar en cuenta a la hora de mejorar el poder adquisitivo de la familia. No haríamos nada con un aumento salarial, si no se toman las previsiones adecuadas para evitar que una mejora salarial sea fagocitada por la especulación comercial, como siempre ocurre.

Aquí, tanto como la proporción del reajuste salarial importa el hecho de que los precios de los bienes y servicios se ajusten a costos realistas, sin distorsiones, y que garanticen a productores y comerciantes márgenes de rentabilidad razonables y justos.

No podemos olvidar que la crisis financiera y la devaluación de la moneda han sido aprovechadas para crear una situación de abuso imperdonable en materia de precios. Así, aunque la cotización del dólar ha mantenido una tendencia declinante, no se tiene ninguna constancia de que los precios hayan seguido la misma tendencia, aunque para inflarlos siempre se ha tomado como asidero la cuestión cambiaria.

En conclusión, hay que propiciar un ambiente de diálogo sincero entre empleadores y trabajadores para llegar a un necesario consenso en materia salarial, y mientras tanto, que los legisladores se esfuercen para concebir iniciativas que permitan regular los precios de los bienes y servicios a partir de los costos reales, como forma de proteger de la especulación la capacidad de compra del salario.

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