Salsa desde mi Balcón: Barretto y sus cambios

Salsa desde mi Balcón: Barretto y sus cambios

POR ALEXIS MÉNDEZ
Siempre he escuchado hablar de los estilos de Ray Barretto. Que pasó por la pachanga, y el boogalo para establecerse como salsero, que aquel desprendimiento de su banda que se llamó Típica 73, nació de la necesidad de aquellos músicos de continuar con lo típico, mientras que el famoso “Conguero” quería adoptar un sonido más agresivo e inclinado al jazz.

A Barretto lo marcó con la teoría hecha canción del filósofo urbano, y sonero por demás, Rubén Blades: “Todos vuelven a la tierra en que nacieron/ al embrujo incomparable de su sol. / Todos vuelven al rincón de donde salieron/ donde acaso floreció más de un amor”… Y es que Barretto, que hoy anda más inmiscuido en el jazz, vino del jazz. Pero, como estudioso y buen ejecutante de las tumbadoras, se embarcó en la búsqueda del origen de su instrumento, y fue protagonista de su desarrollo e importancia en las corrientes que imperaron en la ciudad de Nueva York, de donde él es oriundo.

“Una noche de principios de los años 50, Ray, un joven de 19 años, tocaba las congas en un Night Club. Aquella agrupación se presentaba antes que el grupo del genio de be bop Charlie Parker. EL saxofonista quedó sorprendido en la forma en que Ray tocaba las congas y lo invitó a que continuara tocando con su grupo esa noche.”

De esta forma empieza una agitada carrera profesional, nadando en las aguas del beb bop. Luego vivió en carne propia el paso del cubop (mezcla de bop y ritmos cubanos), este fue un zapato que le ajustó a la perfección, y lo montó en el tren que iba desde las melodías de Count Basie y Duke Ellington, hasta los tambores de Chano Pozo y Tata Guines. Aquel paso de jazz a lo afro-cubano le imprimen una particularidad que llama la atención de los jazzmen de la época.

Barretto sigue la búsqueda, lo que lo lleva a cambiar de carril, adentrándose más a lo latino en las bandas de José Curbelo y Tito Puente. Ya en esa onda, los cambios dependen de la moda musical que domina “La Gran Manzana”. Entonces forma su propio conjunto que ejecuta pachanga, en los primeros años de los 60.  Con esta continúa buscando, llegando  a realizar temas tan creativos, a pesar de la simplicidad, como “Watusi”, pieza que lo catapultó.

Con  “Watusi” (1963), la música latina logra vender, por primera vez, más de un millón de copias de un disco. Además es considerado el primer antecedente del boogaloo. En este tema se enarbola, por primera vez, la figura del “guapo del barrio” que protagonizó tantas crónicas en la salsa: “Caballero, ahí acaba de entrar Watusi, ese mulato que mide siete pies y pesa ciento sesenta libras, y cuando ese mulato llega al solar todo el mundo dice… ¡A correr! Que ahí llegó Watusi, el hombre más bravo de la habana”.

Ya dentro del movimiento de la salsa Barretto desarrolla un estilo, al que yo ubico entre los de Johnny Pacheco y Eddie Palmieri. Lo creo así porque, como el flautista dominicano, Barretto abrazaba un formato orquestal basado en trompetas como único instrumento de viento, además del Piano, bajo, congas, bongó; a este formato le añadió el timbal: Una de las características de la música de Barreto es la coordinación entre las congas y el timbal, de la cual fueron actores él, en las congas, y Orestes Vilató (por muchos años) en el timbal. Como Palmieri, tomó piezas del cancionero típico cubano para llevarla a un sonido más progresivo.

Hoy veo a Barretto buscando sus orígenes y plasmándolo en ese toque percusivo que ha sido su sello. Me gusta su versatilidad. ¿Cómo un músico puede llegar a dos extremos con tanta facilidad? Esa parte la entendí mejor cuando le escuche decir, más o menos, lo siguiente: “Pienso que la guajira y blues están unidos por lazos poderosos. Son el fruto de los trabajadores, de los que cortan la caña en Cuba, o de los que recogen el algodón en el sur de los Estados Unidos. La música, en definitiva, es el reflejo de esa gente. Ella es más bella cuando nace del pueblo.

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