Saltando los muros

Saltando los muros

Escucho siempre de las personas mayores sentenciar, con sabiduría, que hay gente que se procura “su propia desgracia”. No lo pongo en dudas.

Desde que se dotó a la capital de túneles y elevados, buscando poner la ciudad a tono con la modernidad, se le advirtió a la población las consecuencias que tendría transitar por ellos en cierto tipo de vehículos.

Los llamados muros New Jersey dividen los carriles expresos, para evitar que peatones despistados intenten cruzar esas vías, destinadas al tráfico de gran velocidad.

Los ingenieros tomaron luego la previsión de construir los ‘puentes peatonales’ con el propósito de preservar vidas. Pero la gente no da un uso intensivo a esas estructuras.

Peor aún. Muchos arriesgan sus vidas cruzando las peligrosas avenidas 27 de Febrero y John F. Kennedy, brincando los muros de un carril a otro. ¡Cuánta temeridad, Dios mio!

Cuando observo tan riesgosas y aventuradas burradas, no hago otra cosa que desearles suerte a esas personas.

Porque, sin pretender pecar de desalmado, a veces pienso en una desgracia mayor. Por ejemplo, en que eventualmente un conductor inocente atropelle a un imprudente peatón, cargando con una culpa ajena.

Habrá que implorar al Señor que tal cosa no ocurra.

Como las leyes se elaboraron tomando en consideración las circunstancias atenuantes, lo más sensato sería que, ante un caso de tal naturaleza, se aplique la pena mínima al victimario.

Desafortunadamente, transitamos por las calles con la suerte puesta en manos de la ignorancia.

Publicaciones Relacionadas