POR EBONY LAFONTAINE
Yo no se si aun los niños y niñas de nuestro país escriben a Santa Claus, pero se,  que los niños y niñas de nuestro país se expresan y han pedido a la nación, a los ciudadanos, a sus padres, al gobierno, a la justicia… ser escuchados.

Nuestros muchachos tienen la práctica de pedir y la tristeza de no recibir.  En este tiempo en que su voz cuenta demandan cosas poco usuales porque han entendido cuales son sus derechos y piden con grito de desesperación (sin haber leído a  Carlos Cuauhtèmoc)  atención, cariño y cuidado.  

En la Consulta Nacional realizada en el 2002 por el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia y la Coalición de ONG`s,  puesta en circulación a inicio de este mes, ellos  expresaron a viva voz la realidad en que están viviendo, dijeron sobre sus angustias y necesidades.

Cual carta a los Reyes Magos los hijos de este pueblo, hablaron de la violencia intrafamiliar, de la necesidad que tienen de que sus profesores den clases y no hagan tantas huelgas, hablaron de la inseguridad en sus barrios, contaron del alcoholismo de los padres y  del abuso que reciben de ellos, de su andar a cualquier horas pidiendo por las calles y poco estudiar, expresaron que no reciben cariño, que sus padres solo piensan en el dinero, que sus madres son maltratadas; han dicho tantas cosas nuestros muchachos, que tal vez la Consulta Nacional que se promueve en estos momentos podría tomar como base social y económica la realizada en el 2002 por UNICEF, con la ventaja, de que quienes han hablado son los menores y su inocencia, con la Convención sobre los Derechos del Niño y Ley 136-3 debajo del brazo.

Bueno, ahora sólo me queda despedirme de vosotros, niños y niñas del mundo, y no se preocupen, aunque han hecho muchas travesuras durante este año, sé que son buenos, y recibirán sus regalos. Eso sí, tienen que creer en mí, e ir pronto a la cama, porque si tengo que esperar a que se acuesten, a lo mejor no me da tiempo.