M aría Esther Mejìa, me escribió un mensaje por correo electrónico, por el artículo que escribiera dos semanas atrás con el título ¨ Los consejos de mi jefa¨.
Es válida la protesta de María Esther, en el sentido de que si bien recibí el mensaje a través de Doña Iris, lo cierto es, que no es de su autoría y ese detalle no lo reseñé en el referido artículo, aun estuviera implícito.
Textualmente María Esther escribe: Saludos! Ese mail al que haces referencia como si «tu jefa» lo hubiera escrito, es uno de los muchísimos que circulan en la red, de autoría anónima y que insistes atribuírselo al buen juicio y brillantez de «tu jefa».
La impresión que le darás a todo el que lo conozca (que será casi todo el mundo) de «limpiasaco» dada tu insistencia.¨
La validez e importancia que doy a este mensaje de María, se justifican por el respeto que tengo hacia lo que siente y opina la gente.
En este caso ella, ya que su interpretación al referido artículo le ha provocado ira y enojo, aunque podrían ser producto de otras circunstancias que nosotros desconocemos, pero no es nuestro interés especular en torno a ellas.
Sin dudas, el mensaje de la señora o señorita María, lo tomamos como una bendición más que nos ofrece la vida, de esas, que nos permiten crecer y que nos dan la oportunidad de no etiquetar y mucho menos juzgar… De no juzgar a aquellos que simplemente son diferentes a nosotros, por eso lo comparto con ustedes.
No hay errores, ni coincidencias. Todos los acontecimientos son bendiciones que se nos dan para aprender cita de Elizabeth Kubler. Ojala y otros entiendan las bendiciones envueltas en extraños paquetes.