Ver a mi hija con ojeras, cansada, llorando por la falta de sueño, no fué facil. La maternidad la sorprendió con apenas 16 años.
Cuando Renata llegó a casa, Renée estaba feliz, felicidad que duró hasta el primer llanto, el hambre y la incomodidad sin razón aparente de la bebé, La dicha se tornó en desesperación.
La experiencia vivida por Renée, fue parte del programa Bebé, piensalo bien, que promueve el Despacho de la Primera Dama, como una forma de contrarrestar el embarazo de adolecentes en nuestro país. El programa está dirigido a estudiantes de ambos géneros, en escuelas y colegios de diversos países de América Latina, donde una de cada cinco mujeres tiene su primer hijo antes de cumplir los 18 años, es decir, en niñas y adolescentes, donde la alta proporción de estos embarazos no son deseados y en muchos casos producto del abuso sexual infantil y de adolescentes. Bebé, piénsalo bien, es un recurso de formación integral para la educación de la sexualidad, paternidad y maternidad responsable en los adolescentes.
Los bebés que utilizan en el programa son simuladores computarizados, con una gran semejanza a los rasgos faciales del grupo étnico de quién les adopta, esto permite que los estudiantes vivan una experiencia llena de realismo.
Renata, pesaba siete libras, con el pelo cortito y pegado al craneo, mulata como su abuela y vinculaba a mi hija por un sensor en forma de pulsera, de manera que durante el fin de semana que estuvieron juntas no podían separarse. Al momento de entregar la bebé a quiénes monitoreaban el proceso, a mi hija le entregaron un reporte sobre el cuidado dado, Renée sacó 96 y me preguntó: es buena nota?