De una u otra forma, todos nos sentimos saturados de tanto oír hablar sobre lo mal que esta nuestro país.  Un tema que se debate en diversos escenarios y medios de comunicación.  Pero más saturados nos sentimos de la forma en que nos  venden esa idea, apelan a desmoralizarnos, aumentando la angustia y socavando la iniciativa individual y nuestra fuerza colectiva. Cada día escuchamos que no podemos, cada día nos dicen que todo está mal y que nos va llevar el que no se menciona.  Pero bueno! ¿Hasta cuándo seguirán minando nuestro ánimo, nuestra voluntad? ¿Hasta cuándo nos harán sentir que esta Patria no vale la pena? 

La historia nos demuestra que en los grandes momentos de crisis, los pueblos se levantan con dignidad patria y los individuos reclaman su derecho a vivir y evolucionar con dignidad. Los que hablan, dicen: Que la cosa esta mala…, que la cosa no se ve bien…, que el país anda mal…, pero si observamos objetivamente y sin apasionamientos el fondo de ¨la cosa¨, notaremos las manos de los ególatras luchando por sus propios intereses, olvidando el deber ético frente a la nación y el respeto que deben a cada uno de los ciudadanos que somos parte de ella.

Nosotros somos seres únicos, llenos de creatividad e iniciativas, las cuáles no podemos permitir  sean profanadas, mucho menos podemos permitir que nos manejen como si fuéramos títeres sin voluntad. No compremos palabras, ni sentencias que no se fundamentan, apelemos a nuestro talento y actuemos en consecuencia, de manera que día a día vayamos construyendo el futuro que deseamos.  De forma individual hagamos el ejercicio de escuchar nuestra voz interior, donde descansan nuestros principios, que tienen el único interés de que seamos felices.