Salud  Interior
Sancocho prieto… otra vez

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POR EBONY LAFONTAINE
El tema racial en nuestro país no es moda, es cotidianidad. Yo era una niña cuando en el colegio me decían «la negrita» o «maldita prieta.» Yo era adolescente cuando escuchaba decir: «es negra, pero que bien camina». Yo cumplía 17 cuando la mamá de Miguel no quiso conocerme porque no aceptaba que su hijo tuviera una novia negra y con los moños malos.

A esa misma edad, quedando en los primeros lugares de Miss República Dominicana, no faltaron comentarios negativos por esa elección.

«Hay que arreglar la raza», «que buen vientre», «no te metas con ese negro que dañarás el futuro de tus hijos», son expresiones vividas diariamente en esta tierra de contrastes. Mulatos, negros y blancos de Quisqueya la bella, vivimos a diario la sensación de rechazo entre unos y otros por el tema del color, nos vivimos negreando mutuamente, ¿quién es negro y quién no?. Así hemos ido pasando a nuestros hijos de colores de generación en generación y con lástima vemos como madres y padres justifican ante otros que su hijo (a) salió con más color «del horno»; pero que es buen estudiante.

Estamos en el país del «sancocho prieto», el negro negrea al negro, se siente blanco; el blanco no quiera mezcla con el negro, se sentiría negro; los negros con hijos blancos, no quieren que sus hijos se mezclen con negros, quieren nietos blancos; los blancos con hijos negros, los disfrazan de marcas y colegios caros, para que el status le devuelva el color; los negros con status, con hijos negros, los disfrazan de marcas y colegios caros, para que el status le ofrezca aceptación. El negro dominicano, la negra dominicana, conscientes de la realidad social de este país, luchan día a día por superar los latigazos morales que han recibido desde su nacimiento, para convertirlos en amor hacia el ser humano y en aprendizaje de vida que deben de transmitir a sus hijos e hijas, para que estos puedan medir la esencia del ser, no en color o en pesos, sino en dignidad.

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