Nunca he pensado parecerme a Bo Derek, en su papel de la mujer diez “Ten”, porque de seguro el realizador de la película,  llevo ese peinado africano a la actriz, para establecer un contraste entre la belleza blanca y un “elemento”  exótico de la mujer negra, que obtuvo excelentes resultados.  Mis trenzas son el fruto de mi cariño y respeto por  Saman?, una y que para sentirme parte de ellos, adopto su tradición de peinarme con trenzas.  Casualmente la provincia de Santa Barbará de Saman?, está formada por migrantes de  origen afroamericano y otros haitianos, aunque lamento que aun no me he podido bailar los palos con ellos.

Pero el tema son las trenzas, esa excelente alternativa para evadir el calor del verano, sobre todo en estos momentos  en que la temperatura aumenta de forma progresiva, a tal punto que confundimos el calor de los años con el de la temperatura real que nos combate. El trenzado es un peinado actual, fresco, muy femenino  y práctico.  Sencillamente me encanta o sencillamente África llama en mí. 

Hay que decir que las trenzas quitan años y nos alejan del calor de un secador.

Mis trenzas las hizo Benedicta, mujer joven de Saman?á con manos que trenzan como araña y con una sonrisa de quién disfruta lo que hace.   

La verdad es, que las trenzas son un parto grande, que en mi caso duró de tres a cuatro horas realizar,  se podría decir, que en pelo malo también la belleza cuesta. 

Pienso, que  las trenzas son una forma de venganza africana, que nos hace sentir el sufrimiento de los negros esclavos y el dolor de las culturas dominadas. 

Aun así, yo las presumo dos o tres meses al año.