EBONY LAFONTAINE
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Estamos viviendo en un mundo que a pesar de sus diversos escenarios naturales y sociales presenta características similares; democracia, globalización, creciente comercio internacional, un sistema de comunicación perfeccionado que permite a millones de seres humanos ser testigos de los hechos mientras estos ocurren
Somos parte de un vecindario global, donde crisis y conflictos también son su sello y donde los países en desarrollo, como el nuestro, deben crear mecanismos para enfrentar las desventajas competitivas y la miseria.
La crisis global es equitativa, coloca a sus aldeas a enfrentar los mismos problemas: en el orden poblacional; crecimiento desmedido, analfabetismo, corrientes migratorias, inseguridad social, discriminación, desigualdad de género … en el orden ambiental; escasez de agua, deforestación, desastres naturales, contaminación, cambios climáticos a nivel económico; desempleo y pobreza, globalización y brechas económicas, deuda externa y uso irracional de los recursos naturales en el campo político; conflictos bélicos y étnicos, bloques de poder económicos-políticos, violación de los Derechos Humanos es decir, seis mil millones de seres humanos hablando el mismo lenguaje de miseria e incertidumbre en todos los ordenes.
Tendríamos que preguntarnos ¿por quién votar? ¿Por quiénes en una ocasión nos cortaron las alas y sembraron el pesimismo y la vergüenza en la sociedad y ahora usan esa miseria extrema ? O ¿por quién ha devuelto esperanza y nos invita a enfrentar retos y desafíos de nuestro país y el mundo junto a él? La respuesta es obvia.
Los retos y desafíos de este Siglo XXI lo son también.