Salud materno infantil

Salud materno infantil

Mientras Europa implementa políticas destinadas a estimular la procreación a fin de corregir el déficit de niños y jóvenes en su población general a causa de la baja natalidad, nosotros nos mantenemos muy ocupados contabilizando las madres y niños que perecen anualmente.

La calidad de los servicios de salud en países subdesarrollados es cuestionable en el renglón curativo asistencial, pobre en lo preventivo y casi inexistente en lo relativo a la promoción de hábitos sanos. Como muestra de lo que decimos vamos a poner un ejemplo reciente. Una humilde joven embarazada ve nacer a su hijo en la sala de maternidad de un hospital.

Los médicos que le atienden le comunican que su vástago vino al mundo con un defecto cardiaco por cuya razón sufrirá crisis frecuentes de dificultad respiratoria acompañadas de una coloración azulada de la piel. El fatídico presagio se cumple al pie de la letra y al completar los doce meses el infante fallece.

La autopsia reveló una serie de defectos cardiacos que al no ser corregidos quirúrgicamente de modo oportuno hicieron inevitable su muerte.

Más criticable aún es no haber investigado a fondo los posibles factores causales de las alteraciones congénitas presentes en el corazón del bebé. ¿Había historia familiar de enfermedad hereditaria? ¿Acaso padeció esta mujer de rubeola durante las primeras ocho semanas del embarazo? ¿Estuvo acaso usando medicamentos sedantes, antidepresivos, calmantes, o anti náuseas antes del tercer mes? ¿Era quizás usuaria de alcohol, cigarrillos u otro tipo de droga? ¿Se realizaron los chequeos prenatales de rigor? ¿Recibió esta dama los micro-nutrientes y la alimentación adecuada para la gestación? Innumerables incógnitas sin respuesta alguna. Los avances en las ciencias medicas señalan que los trastornos congénitos, es decir, presentes en el niño al momento del nacimiento, obedecen a razones tanto genéticas como ambientales, algunas de ellas prevenibles o modificables.

Hay que educar a la ciudadanía para que todo el mundo comprenda la necesidad de una protección especial para las embarazadas y la población infantil, ya que en esos dos segmentos descansa el futuro de la humanidad.

Una mujer mal alimentada y enferma tiene altas probabilidades de concebir un producto que termine en aborto, nazca deforme o con progresivos trastornos permanentes. El presente y el porvenir de los pobres reposan en la efectividad de los programas sanitarios que garanticen mujeres y niños sanos. 

El Sida, la tuberculosis, la desnutrición, la diabetes, la enfermedad hipertensiva del embarazo, el cigarrillo, la drogadicción y el uso indiscriminado de ciertos medicamentos son una amenaza real a la supervivencia de nuestra especie.

Si a ello agregamos la contaminación ambiental y la ignorancia, entonces ¡adiós humanidad!

Todavía estamos a tiempo. “Dejad que los niños vengan a mi”, sentenció el maestro de Galilea; nosotros le sugerimos que junto a  la trulla infantil, desfilen también las madres con mentes y cuerpos sanos para que puedan así rescatar el edén perdido.

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