Doctora Katia Cabrero Feria
Oftalmóloga micro-cirujana, sub-especialidad en glaucoma Oftalmología del Hospital General de la Plaza de la Salud (HGPS).
El glaucoma constituye actualmente la primera causa de ceguera irreversible a nivel mundial. Según la Organización Mundial de la Salud, 4.5 millones de personas están ciegas debido a la misma, 60 millones de personas la sufren y se estima que para el 2020 la cifra ascenderá a 80 millones.
El glaucoma es una enfermedad que de una forma silenciosa y progresiva deteriora las fibras del nervio óptico, trayendo como consecuencia la pérdida visual. El principal factor de riesgo en esta patología es el aumento de la presión intraocular. Se ha demostrado a través de investigaciones epidemiológicas, ensayos y estudios clínicos que un óptimo control de la presión intraocular (PIO) reduce el riesgo de daño al nervio óptico y hace más lenta la progresión. La disminución de la presión intraocular es la única intervención comprobada de prevención y de que no continúe el deterioro, o de que este se enlentezca.
La meta en el tratamiento es conservar la función visual del paciente a largo plazo y buscar aquella alternativa que sea la más eficaz. Dicho de otra forma, prevenir la pérdida adicional del campo visual, mantener la estructura y función del nervio óptico así como la calidad de vida del paciente.
La detección precoz y un tratamiento oportuno son la clave para evitar la pérdida de la visión.
La única forma de diagnosticarlo es mediante un examen ocular completo. Durante la evaluación, el oftalmólogo no sólo medirá la presión intraocular, ya que, en algunos pacientes en estadios incluso avanzados, puede encontrarse dentro de los límites normales.
Durante el chequeo se revisará el drenaje del ojo para saber si está abierto o cerrado, se examinará el nervio óptico para comprobar que no exista daño y se realizarán pruebas de imágenes que complementan la información.
Dentro de los avances en estos últimos tiempos tenemos nuevos tomógrafos que hacen posibles mediciones de pequeños cambios en la pérdida de fibras que componen al nervio óptico y permiten detectar a pacientes en fases bien tempranas de la enfermedad. En la actualidad también disponemos de lentes de contacto que llevan un sensor para detectar variaciones de la presión intraocular. También es posible monitorizarla en casa o en dondequiera que se encuentre la persona mediante aparatos (tonómetros) para que el mismo paciente sea capaz de medirla. El uso de estos equipos permite tener el registro de la PIO de los pacientes durante 24 horas.
Dentro de los factores de riesgo importantes tenemos que mencionar antecedentes familiares de glaucoma, por lo que la genética juega un rol importante. El descubrimiento de genes responsables está conduciendo al desarrollo de nuevos métodos de diagnóstico basados en el ADN.
Usando nuevas tecnologías, las personas en riesgo pueden ser examinadas para detectar mutaciones antes de que ocurra un daño irreversible en el nervio y desarrollar nuevos métodos de terapia.
Recomendaciones para evitar la progresión de la enfermedad
El control continuo del glaucoma depende de la capacidad de evaluar la respuesta al tratamiento y detectar la progresión y estabilidad de la enfermedad.
Se recomienda una revisión rutinaria que incluya la medición de la presión intraocular (PIO) a partir de los 40 años, pero en aquellos pacientes con factores de riesgo, este chequeo debe ser a partir de los 35. Una de las causas que más hace que los pacientes no avancen es el costo de los medicamentos, rechazo al tratamiento, cumplimiento deficiente y falta de información y concientización.
La lejanía de los centros asistenciales de salud e insuficientes profesionales de la salud y equipamiento en ciertas regiones, aumentan la dificultad para el tratamiento del glaucoma.
Se sugiere un seguimiento más frecuente ante la presencia de daño avanzado, factores de riesgo múltiples, o progresión en un periodo corto. Debido a que representa la primera causa de ceguera irreversible a nivel mundial, se han creado campañas de información y tamizaje donde se suelen detectar muchos pacientes asintomáticos.