Salud Preventiva: Atención ginecológica de la adolescente

Salud Preventiva: Atención ginecológica de la adolescente

Doctora Evangelina Molina
Ginecóloga obstetra. Gerencia de Ginecología del Hospital General de la Plaza de la Salud (HGPS).

La adolescencia es un periodo en el que se registran grandes transformaciones bio-psico-sociales, donde los mecanismos de adaptación y las decisiones de la joven matizarán indefectiblemente su potencial para trascender y aportar en su vida de adulta. El manejo de su ‘integralidad’ es clave para forjar seres humanos sanos físicamente y capaces de transformar positivamente la sociedad.
La educación y la atención médica oportuna serán nuestros principales aliados, sin obviar el papel de los padres, los amigos y la escuela como posibles factores protectores o de riesgo de acuerdo a su idoneidad en los diferentes contextos de socialización.
Tareas del ginecólogo en la adolescencia. En este periodo hay varios puntos a cuidar.
-Garantizar que los cambios puberales se desarrollen cronológica y estructuralmente dentro del promedio esperado: inicio del desarrollo mamario: 8 años; vello púbico, axilar y sudor apocrino: 7 – 8 años, entendiendo que la normativa va en función de la raza, la cultura, la alimentación…
-Establecer parámetros de normalidad para la menstruación. Este importante evento en la joven se define en rangos, no en valor único. La edad de menarquia (inicio de la menstruación), puede fluctuar entre los 10 y 16 años. En las deportistas a tiempo completo o quienes sufren enfermedades sistémicas (diabetes, falcemia, problemas renales, entre otros) podría retrasarse la primera menstruación. El 50 % de las niñas, menstrúan a la edad que lo hizo la madre, de manera que el aspecto genético juega un papel relevante.
-Tomar en cuenta que a los 14 años ya debe estar presente el desarrollo mamario, si no es así, la joven debe ser objeto de estudio.
– Educar sobre cambios físicos, periodo menstrual, signos de alarma (saber cuándo comunicar anormalidad al médico), a fin de que puedan conocer los cambios que puede esperar en su cuerpo. En este aspecto es de vital importancia involucrar a los padres en la supervisión.
La joven debe conocer y documentar la frecuencia y duración de sus ciclos menstruales, que deben oscilar entre 25-45 días desde el primer día de la pasada menstruación hasta el primer día de la próxima. La duración no debe ser mayor de 8 días, y no requiere usar más de 5 toallas por día. Durante el primer año puede tener retrasos de la regla, pero debe avisar al médico si se retrasa más de tres meses.
– Orientar sobre sexualidad y consecuencias de iniciar la vida sexual en la adolescencia. Es importante discutir con la joven los efectos adversos de la maternidad temprana (pre-eclampsia, niños de bajo peso al nacer, prematuridad e infecciones). Latinoamérica y el Caribe poseen la segunda tasa más alta de embarazos en la adolescencia y nuestro país reporta un 23 % de embarazos en esta etapa (Unicef). Se debe hablar sobre la responsabilidad que conlleva el rol de madre en la juventud, el cual desencadena con frecuencia deserción escolar (44 %, según Profamilia), escasa preparación académica y escasas oportunidades laborales en el futuro. Enfatizar sobre las enfermedades de transmisión sexual (gonococo, clamidia, sífilis, sida, herpes, papiloma, entre las más frecuentes), así como los síndromes y consecuencias físicas y reproductivas.

La joven tiende a conductas de aproximación, es curiosa, poco temerosa y muchas veces se cree invulnerable. Trabajar el área ginecológica en las jóvenes nos obliga a trascender el abordaje meramente biológico.
Explorar la salud reproductiva de la joven es una tarea compleja, pero gratificante, porque sus respuestas a la atención son positivas, exuberantes y consolidan el adulto sano y productivo que deseamos. La juventud nos ofrece grandes oportunidades para prevenir y debemos evitar tanto idealizar como condenar las decisiones sexuales de nuestras adolescentes. Nuestra función básica es educar.
Fomentar la autoestima de las jovencitas evita que acepten presiones de las compañeras y que tomen decisiones equivocadas, como vida coital temprana, desprotegida, violencia y uso o abuso de drogas.
La población joven está viviendo un proceso de adquisición de su autonomía tanto personal como moral, es decir, ensayando su independencia, pero necesita de guías, en su hogar, escuela, personal de salud y en todos los microambientes donde socializa, aprende una percepción critica del mundo que le toca vivir.

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