De acuerdo a Rothlin y Werer, el síndrome del aburrimiento laboral aparece de manera inesperada, sin embargo, existen una serie de factores que pueden provocar que el mismo se desencadene, como, por ejemplo, la inestabilidad laboral, la sobrecarga de trabajo o una elevada responsabilidad en el puesto asignado, lo que hará sentir al afectado incapaz de llevar a cabo lo estipulado.

Sumado a lo anterior, se incluye la ausencia de tareas significativas, más que la presencia de tensión, el conflicto de roles donde el empleado se encuentra confundido en cuánto a su papel en la institución y, la pérdida de la vocación ante su profesión u ocupación por lo repetitivo de las tareas asignadas.

Estas consecuencias se resumen en sus tres elementos característicos, los cuales son: presencia de aburrimiento, falta de reto y carencia de interés.

Su manifestación será como una especie de descontento profesional o frustración por los obstáculos institucionales que impiden contribuir al desarrollo de la organización y al potencial individual.

Para que esta triple condición esté presente deben coexistir además ciertas características en el contenido y tipo de tarea, como lo es un trabajo sedentario y monótono, donde no es necesario el centrarse en acabar una tarea en específico, o cuando el “ambicioso” del grupo toma para sí la parte más interesante del proyecto y deje la aburrida al resto.