Salud Preventiva. Traumas craneales en niños

Salud Preventiva. Traumas craneales en niños

El traumatismo craneoencefálico (TCE) es la lesión traumática producida sobre el cuero cabelludo, el cráneo y/o su contenido. Esto abarca desde una contusión o laceración del cuero cabelludo o la frente hasta algún tipo de alteración de la conciencia, fracturas y hemorragias dentro o fuera del tejido cerebral.

Este es el traumatismo más frecuente en la edad pediátrica, ya sea de forma aislada o como parte de un politraumatismo. Representa el 6 % de los accidentes infantiles, es una causa frecuente de ingreso a los servicios de urgencias pediátricos y, aunque generalmente es leve, en caso de trauma craneal grave, es una de las principales causas de mortalidad entre los niños de 1 a 14 años.

Pueden producir secuelas graves que generan un gran coste humano y económico.

Etiología. La edad influye en la etiología del traumatismo. Durante los primeros dos años de vida son frecuentes los secundarios a caídas de la cama o al iniciarse la deambulación. El maltrato infantil es una causa que debe tenerse en cuenta en el niño pequeño. Los accidentes de tráfico a cualquier edad y, en niños mayores y adolescentes los accidentes de bicicleta y deportivos, son causa común de traumatismo craneal.

Fisiopatología. Cuando es de gran magnitud, el TCE puede provocar lesiones graves al cerebro que pueden producir la muerte o dejar secuelas incapacitantes. La lesión cerebral causada por un traumatismo se produce en dos fases, sea cual sea el impacto causante:

1. Lesión primaria, que se produce por el daño mecánico infligido en el momento de producirse la lesión.

2. Lesión secundaria, constituida por las alteraciones que se producen después del episodio inicial y que pueden ser debidas a hipoxia, isquemia o a un incremento de la presión dentro del cráneo (PIC) y a sus consecuencias.

Excepto la prevención, nada puede hacerse para modificar el daño inicial sobre el cerebro producido por el traumatismo. Todos los esfuerzos irán, pues, encaminados a combatir los factores etiológicos causantes de la lesión secundaria.

Valoración de la gravedad. Es fundamental catalogar la gravedad del TCE, que se puede valorar mediante diversas escalas, de las cuales la de mayor aceptación es la escala de Glasgow (GCS) adaptada a la edad pediátrica.

Clasificación según la escala de Glasgow. El traumatismo craneoencefálico se puede clasificar según esta escala en:

-¬Leve. Estos pacientes se encontrarán prácticamente asintomáticos y, si se produce pérdida de conciencia, será por un tiempo menor de un minuto.

-¬Moderado. GCS entre 9 y 13. Puede haber deterioro progresivo después de una pérdida inicial de la conciencia y producirse algún déficit neurológico focal transitorio, como alteración para hablar o hipotonía de uno o más miembros.

-¬Grave. El paciente está en coma, con valores de 8 puntos o menos en la escala.

La importancia de esta clasificación radica en que permite monitorizar la evolución del niño, intercambiar información entre los profesionales que lo atienden de una manera rápida y concisa, y orientar el enfoque inicial, a la vez que relaciona las puntuaciones más altas con un mejor pronóstico.

Clasificación del trauma craneoencefálico según el riesgo

La mayoría de traumatismos craneales (60-80 %) serán leves y se recuperarán sin secuelas. Los casos más graves no ofrecerán dudas en cuanto a la conducta inicial. El problema consiste en detectar en los que está indicado realizar pruebas complementarias y valorar la posibilidad de ingreso hospitalario.

Para esto los niños pueden catalogarse en grupos:

1. Bajo riesgo. Niños mayores de 3 años con una exploración neurológica normal y GCS de 15 sin pérdida de conciencia, o si la hay, por menos de un minuto. No hay signos de fractura craneal.

2. Riesgo moderado. Niños menores de 3 años que presentan alguna de las siguientes características: alteración del nivel de conciencia (GCS de 14), pérdida de conciencia mayor de un minuto y pueden presentar amnesia o convulsión postraumática, signos clínicos de fractura de cráneo, sospecha de lesión cervical, intoxicación, portadores de válvula de derivación ventricular, con antecedentes de diátesis hemorrágica o sospecha de maltrato.

3. Alto riesgo. Presentan un déficit neurológico focal y depresión del nivel de conciencia (GCS < 14), heridas penetrantes o traumatismo por mecanismos violento, signos clínicos de fractura de la base del cráneo o fractura deprimida.

El déficit neurológico es el dato más valorable como predictor de lesión intracraneal. La pérdida de conocimiento o la convulsión aumenta el riesgo. Los vómitos o cefalea no tienen suficiente valor predictivo, aunque podrán ser motivo de alarma.

Conducta a seguir ante un paciente con traumatismo craneal

Los niños con trauma de pequeña intensidad, como caídas desde una altura inferior a un metro sin pérdida de conocimiento, asintomáticos y con una exploración neurológica normal no precisan exploraciones complementarias y pueden observarse en la casa.

Los menores de un año tienen más riesgo de presentar lesión intracraneal.

Si hay un cefalohematoma, se realizará una radiografía, y si hay fractura, una TC craneal.

Importante. Si el paciente ha presentado pérdida de conocimiento breve o síntomas como cefalea o vómitos de moderada intensidad, debe ingresarse para su observación hospitalaria y practicarse una TC; si ésta es normal y el niño se mantiene estable, puede remitirse a su domicilio con normas de observación.

Los niños con trauma craneal moderado o severo deben ingresarse en una Unidad de Cuidado Intensivo Pediátrico con acceso a servicios de neurocirugía para su monitorización y manejo, pues de un manejo oportuno y adecuado depende tanto la sobrevida como la disminución de secuelas.

Es muy importante que la población sepa que el mejor tratamiento del traumatismo craneal es su prevención.

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