Salud, trabajo y amor

Salud, trabajo y amor

Obremos al unísono en aras de la confraternidad mundial hasta vencer la covid

La Organización Mundial de la Salud tiene definido el concepto de salud como “el estado de bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades”.

Tomando como base dicho concepto en sentido literal podríamos derivar que la pandemia causada por el coronavirus no ha dejado persona sana sobre la faz de la tierra.

De ahí que tratándose de una condición patológica esparcida a través de todos los continentes por más de un año y con recurrencias cada vez más agresivas, es de suprema urgencia que todas las naciones del mundo coordinen los esfuerzos pertinentes, a fin de ponerle coto a este contagioso mal.

Aún no tenemos una cura efectiva para tratar la forma grave de la enfermedad que nos arropa como sociedad. No pocas personas han malentendido el rol de la vacuna en la presente coyuntura.

Estos fármacos biológicos no impiden que el SARS-CoV-2 infecte a la gente; su papel es reducir la gravedad de las manifestaciones clínicas en un porcentaje de los individuos inmunizados.

Debemos tener presente que en tanto no logremos vacunar a la mayoría de la población tendremos que seguir observando las reglas sanitarias de toda pandemia viral de transmisión respiratoria, es decir uso de la mascarilla en lugares públicos con aglomeración, distanciamiento físico prudente y la continua higiene manual.

La cuarentena deberá observarse en los grupos sociales en donde el nivel de contagio es alto y el número de vacunados muy bajo. Se trata de un proceso epidemiológico dinámico proporcional, a mayor porcentaje de contagios, más riguroso debe ser el aislamiento de ese conglomerado y viceversa.

Vemos con pena y dolor el gran impacto que sobre la economía global tiene la covid-19 generando parálisis y retardo en la cadena que comprende: producción, transporte, distribución y comercialización de bienes y servicios en todos los países.

El desempleo, la escasez y la inflación son derivadas de la pavorosa sacudida sanitaria. Si resucitara y se levantara de su tumba el siempre recordado poeta y cantor de pueblo Atahualpa Yupanqui atinadamente sacaría de su repertorio estos versos para la ocasión: “Cruzando los salitrales/ uno se muere de sed/ aquello es puro desierto/ y allí no hay nada que hacer/ Trabajo, quiero trabajo/ porque esto no puede ser…” Se hace imprescindible que nuestros gobernantes tengan un fino sentido de equilibrio y de prudencia al momento de implementar las medidas sanitarias, a sabiendas de las serias repercusiones sociales, culturales y económicas que conllevan los poco agradables toques de queda para la población en general y para los individuos en particular.

Es un tipo de sacrificio que no muchos ven con agrado. La aceptación consciente de medidas sanitarias extremas tiene mucho que ver con el nivel de educación y de consciencia de la ciudadanía en un momento determinado.

El mundo fue sorprendido luego de un siglo sin pandemia.

Esto hay que entenderlo para no malinterpretar la natural resistencia de distintos sectores juveniles y de adultos. Las autoridades deben comprenderlo, a fin de evitar los excesos de la fuerza bruta para que al final lo que se imponga sea la fuerza de la razón.

En aras de la confraternidad mundial obremos al unísono hasta vencer la covid-19. Hagámoslo con amor, y en nombre del amor universal salvemos a la humanidad. Cantemos todos con Rafael Solano: “Por amor fue una vez al calvario/ Aquel que también por amor/ entregó el alma entera”.

La vacuna reduce gravedad de las manifestaciones clínicas en parte de los inmunizados

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