Saludos desde “la minoría”

Saludos desde “la minoría”

Millizen Uribe

Dedicado a Jhonatan Liriano y José Luis Morillo
En la tradición democrática, las elecciones son una fiesta. Es un agasajo, tal vez el más digno de todos, hacer valer la condición de ciudadanía y ejercer la participación política mediante el voto. En la República Dominicana no hay democracia. Por tanto, tampoco fiesta, ciudadanía, elecciones, participación política real y mucho menos votos conscientes (salvo algunas excepciones).
En el país hay un espectáculo. También hay actores. Algunos fingen ser árbitros, cuando están claramente parcializados. Otros se dicen jueces y más bien deberían ser juzgados.
Es por eso que el domingo, más que al banquete democrático al que todos supuestamente estamos invitados, acudimos, afortunadamente cada vez menos en masa, a la involución de los procesos electorales dominicanos.
¿O cómo hablar de avance? Para que haya elecciones, debe haber competencia en condiciones de igualdad. Sin embargo, se denunció que hubo uso inequitativo de recursos, incluyendo los públicos, los que son de todos.
La invitación tampoco fue colectiva. Desde muy temprano se excluyó que miembros de partidos asistan legitimados en contiendas internas o primarias. Eso no pasó. Más bien hubo candidatos paridos en acuerdos de aposentos entre cúpulas partidarias, siendo posible colarse en base a mucho dinero, siendo más que democracia, plutocracia y clientelismo.
Así, a partir del resultado electoral me reafirmo en minoría. Formo parte de un grupo de dominicanos que cree en la democracia, rechaza liderazgos autocráticos cultivados en base al uso de dinero, marketing y medios.
Cuotas de poder creadas sólo para beneficio personal y pecuniario. Para tener más, acumular más.
Soy de la minoría que cree en la institucionalidad, en el reparto equitativo de las riquezas nacionales, en el avance colectivo de la nación… y en el resultado electoral quedó evidenciado que no tenemos Congreso, ni Poder Ejecutivo. Excepto por dos o tres, nadie nos representa.
La gran mayoría del electorado dominicano ha sido condicionado para responder sólo si le hablan de dinero, puestos, ventajas y para quienes nos negamos es difícil encontrar representación.
Pero la mayor victoria es sobre uno mismo. El mayor triunfo la coherencia. La mayor revolución la de las ideas. Y, hablemos claro, somos minoría porque nos negamos a asistir al mercado de conciencia.
No se trata de ganar por ganar, ni ser mayoría por serlo. Proyectos independentistas como Los Trinitarios o libertadores como los ajusticiadores también eran minoría, pero internamente encarnaban los deseos de cambio de la mayoría en la sociedad.
La verdad es que somos minoría sólo porque nos miden cuantitativamente y no cualitativamente y no siempre nuestros sueños caben en sus urnas y sistemas.
Preferimos apostar al pueblo. A los Quisqueyanos valientes que algún día romperán el yugo y entonces, sólo entonces, nos daremos cuentas que no somos minoría, que en realidad somos más.

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