Salvador Pittaluga Nivar – El problema energético

Salvador Pittaluga Nivar – El problema energético

A mediados de la década de 1950, la Compañía Eléctrica de Santo Domingo estaba en manos de una empresa especializada en manejar plantas y sistemas de electricidad llamada la «Storm and Western», la cual no era propietaria de las plantas, sino que había sido contratada por los accionistas propietarios para manejar el negocio.

Esa misma compañía tenía contratos similares en ese tiempo, cuando manejaba la electricidad de las islas Canarias y de una importante ciudad Brasileña, según recuerdo.

Trujillo, me imagino que queriendo aumentar su control del país, compró la compañía y suspendió el contrato de la Storm and Western, creando la Corporación Dominicana de Electricidad por medio de una ley con un consejo directivo, que operaba el sistema eléctrico con razonable eficiencia.

La situación siguió así hasta después del triunvirato. A la llegada de Balaguer dejó por un par de años al Ingeniero Julio Sauri como administrador, quien es recordado principalmente por su honestidad. Fue después, dentro del sistema permisivo de la «comida del boa», uno de los recursos para Balaguer sobrevivir dentro de las crisis de entonces, cuando comenzó el baile, por cierto un baile trágico para nuestro país.

Hace algunos años un amigo conocedor del problema me dijo que la CDE, era un barril sin fondo. Y ha continuado siéndolo, cuando los sabrosos de la corrupción han ido incrementado las fabulosas sumas de sus beneficios.

En aquellos primeros gobiernos de Balaguer, y por el cómodo sistema a los convenios de grado a grado, el asunto comenzó con reparaciones de las plantas y la compra de otras. En ese período sobresale y aún permanece en un altar intocable, el escándalo del famoso contrato de la Hidro Québec.

La fiesta continuó, aumentando la desconfianza acerca de cómo se siguieron manejando los negocios energéticos, hasta desembocar en la venta a manos privadas de la Unión Fenosa, famosa en América y en Europa por sus desastrosas administraciones, en una operación respecto de la cual nunca se aclaró si ingresaron al país los millones de dólares convenidos. Esta venta se hizo de manera que en aquel tiempo se consideró poco clara, cuando dio lugar a numerosas especulaciones.

Cuando parecía que ya no había más tajadas para sacarle a la vaca, el actual gobierno realiza una renegociación con la Fenosa, en Madrid, dentro de unos términos penosamente desfavorables a nuestro país. Pero faltaba algo para «ponerle la tapa al pomo», como hubiera dicho Rafael Rubí. Y fue cuando de buenas a primeras aparece una negociación comprándole a Fenosa de manera más que extraña e inesperada, comprándole sus «inversiones», en el país, Importó poco que ese negocio echara por tierra los compromisos contraídos con el FMI, que fue lo mismo que patear el crédito internacional de la república cuyos efectos dañinos se padecen actualmente, y son un gravoso lastre para la viabilidad de nuestra recuperación económica.

Hay quienes piensan que todo aquel desastre durante décadas es la verdadera causa de la actual situación energética nacional, cuando en tiempos relativamente recientes se agregaron unos contratos también de grado a grado, con empresas privadas generadoras de energía, muy dignos de ser revisados, entre los cuales sobresale uno que contiene la hermosa disposición, de que la empresa generadora, si produce y entrega menos de la energía posible a su capacidad instalada, de todos modos el Estado tiene que pagarle la totalidad de la energía que hubiera podido producir. La aceptación de esos términos por los representantes de el interés nacional, no me parece tendrían competencia para figurar en el famoso libro Guinness.

Hasta ahora este artículo es simplemente un llanto que no resuelve nada. Y la realidad es que hay un país apagado dentro de un deterioro general de la calidad de vida de los dominicanos. Habrá que buscar soluciones urgentes que mejoren por lo menos la crítica situación, pero la única solución definitiva, debe comenzar, cuando ahora se supone, repito, que las plantas son propiedad del Estado, con abrir un concurso internacional buscando contratar una empresa extranjera, que las hay expertas en manejar los negocios energéticos de ciudades o países, como lo hacía la Storm and Western hace 50 años.

La empresa así contratada dándole el debido respaldo, haría que la situación mejorara gradual pero permanentemente, y los «negociasos» se harían más difíciles.

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