¡Salve Lucila Godoy Alcayaga!

  ¡Salve Lucila Godoy Alcayaga!

JOSÉ ANTONIO NÚÑEZ FERNÁNDEZ
Quiso tener un seudónimo rutilante, para la identidad universal de su pluma de extraordinaria escritora, y se puso Gabriela Mistral. Se dice que Gabriela viene por Gabriel D’Annunzio el famoso autor de “El Placer” y por igual de “El Fuego” y también se asegura que Mistral salió del nombre del escritor provenzal Federico Mistral autor de “Mireya” y de “Calendal”.

Lucila Godoy Alcayaga (Gabriela Mistral) perteneció a una familia de educadores. Fue hija de maestros y hermana de maestros. Ella desde la edad más temprana se consagró a la enseñanza y fue maestra a lo largo de toda la larga geografía de su querida patria chilena.

La maravillosa escritora impartió sus clases en Santiago, Antofagasta, Traiguén de la brava Araucaría, Punta Arenas, Temuco y en el Instituto de los Andes; mereciendo ser destacado el caso, que teniendo solamente quince años de edad, fue nombrada como maestra interina de una escuela rural en la aldea nombrada La Compañía, de donde pasó a la escuela de la aldea de La Cantera, ambas en las proximidades de su pueblo natal de Vicuña, perteneciente a Coquimbo, en la minera región de Chile central.

Antes de emitir opiniones acerca de la labor literaria de Gabriela Mistral, vamos a decir que ella tenía un afecto profundo por su abuela Isabel Villanueva. La abuelita Isabel tenía por hábito, anunciarles el porvenir a todos los parientes que la rodeaban. La buena abuela afirmaba que ella leía el futuro en las lejanas constelaciones de los cielos remotos. Y de ella recibió Gabriela su gran amor por lo misterioso y también su apego profundo por las cosas que se ubican en los predios desconocidos del “más allá”.

Dijimos que cuando Gabriela Mistral se inició como educadora estuvo destacada en La Cantera.

Y de rigor se hace señalar, que en esa aldea cercana a Vicuña, tuvo acaecimiento su más entrañable sacudimiento anímico, su más terrible conmoción del corazón. Pues, a su más tierna edad se encontró frente a frente con un hombre. Con un hombre al que amó con pasión. Con una pasión que se apoderó totalmente de todo su ser… De todo su existir. Entonces, hubo una brusca ruptura y Gabriela sufrió una tremenda desilusión. El hombre bien amado trabajaba en una compañía ferrocarrilera, loa causaron de malversación de fondos y el acusado apeló al suicidio. En la vida de sesenta y ocho años de Gabriela Mistral, ese fue el único amor de su vida. De ese amor ella dijo: “Ha venido el cansancio infinito/a clavarse en mis ojos al fin: /el cansancio del día que muere/ y el del alba que debe venir; / ¡el cansancio del cielo de estaño/ y el cansancio del cielo de añil!/ Ahora suelto la mártir sandalia/ y las trenzas pidiendo dormir./ Y perdida en la noche levanto/ el clamor aprendido de Ti/ Padre nuestro que estás en los cielos/¿Por qué te has olvidado de mi?/”El tema de la muerte apareció siempre en toda la poesía de Gabriela Mistral. Ella hasta llegó a preguntar “¿Cómo quedan, Señores, dormido los suicidas?”

Siendo profesora en el Instituto de los Andes envió a Santiago un trabajo para tomar parte en un certamen de literatura. Envió su trabajo titulado “Tres sonetos de la muerte”. No firmó como quien era todavía: Lucila Godoy Alcayaga, sino como Gabriela Mistral, a quien nadie todavía conocía.

En la ciudad del Mapocho, en Santiago la capital de Chile, la noche del 12 de diciembre de 1914, el Jurado le concedió el primer lugar a la desconocida participante Gabriela Mistral. Nadie sabía de quién se trataba, sencillamente nadie la conocía. Tampoco nadie apareció para recibir el galardón consistente en una flor natural, una corona de laurel y una medalla de oro.

¡Acababa de nacer una eximia poeta universal! Y a los ocho años, para el 1922 ya era famosa en toda América y todavía no había publicado su primer libro.

Entonces en 1922 el Instituto de las Españas, de Nueva York, realizó la recopilación de todas las poesías publicadas en periódicos y revistas y las lanzó a la pública luz en una antología titulada “Desolación”, la cual constituyó un rotundo éxito publicitario.

En 1945 la Academia de los Premios Nobel de Estocolmo, Suecia, le otorgó su Gran Premio “por su ternura ideal h  acia los niños ajenos y la gran resignación ante el dolor”.

En ese año en 1945 supe riesgosamente junto con Sandino López Linares en Bonao escuchando clandestinamente la emisora de La Habana, Cuba, “COCO- Radio Mil Diez- único canal de política libre internacional”, que Gabriela Mistral era una poetisa, una poeta, de Chile que loaba a Sandino, general de hombres libres que había comandado un Pequeño Ejército Loco. Supe que Gabriela Mistral era una poetisa, una poeta, que anatematizaba a “Trujillo el feroz esclavizador de todo un pueblo entonces apartado de las manos de Dios”.

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