San Agustín, amante de la verdad

San Agustín, amante de la verdad

POR LEONOR ASILIS
Ayer, celebramos la fiesta de San Agustín de Hipona.  Dada la influencia de su vida  y pensamiento ,hoy dedicamos estas líneas en  su honor. Amante de la verdad, anduvo errante antes de encontrarla entre varias filosofías equivocadas durante muchos años haciendo sufrir a su madre Mónica quien intercedía sin cesar por su conversión.

La oración con lagrimas de una madre es debilidad de Dios y el día del  gran encuentro con Jesús llegó para el joven Agustín (tenia unos 30 años) Quien expresó estas bellas palabras: “Nos has hecho para ti, Señor, y nuestro corazón estará insatisfecho hasta que descanse en ti”

También hizo esta oración:  “Demasiado tarde, demasiado tarde empecé a amarte. ¡Hermosura siempre antigua y siempre nueva, demasiado tarde empecé a amarte! Tú estabas conmigo y yo no estaba contigo. Yo estaba lejos, corriendo detrás de la hermosura creada  por Ti;  las cosas que habían recibido de Tí el ser, me mantenían lejos de Tí. Pero tú me llamaste.

Me llamaste a gritos, y acabaste por vencer mi sordera. Tú me iluminaste y tu luz acabó por penetrar en mis tinieblas. Ahora que he gustado de tu suavidad estoy hambriento de Tí. Me has tocado y mi corazón desea ardientemente tus abrazos”.

Veamos unas pinceladas de su vida: Nació en Tagaste (África) el año  354;después de una juventud desviada doctrinal y moralmente, se convirtió, estando en Milán  con las predicas de San Ambrosio, y el año 387 fue bautizado por este Santo obispo . Vuelto a su patria, llevó una vida dedicada al ascetismo, y fue elegido obispo de Hipona. Durante 34 años, en que ejerció este ministerio, fue un modelo para sus fieles, a los que dio una sólida formación por medio de sus sermones y de sus numerosos escritos, con los que contribuyó en gran manera a una mayor profundización de la fe cristiana contra los errores doctrinales de su tiempo. Está entre los Padres mas influyentes del Occidente y sus escritos son de gran actualidad. Sus obras mas famosas son: “Confesiones” y “La Ciudad de Dios, sus Cartas y Sermones”. Murió el año 430.

Abundemos un poco más en su laboriosa faceta como Obispo de Hipona.

Se sabe que el santo obispo empleaba las rentas de su diócesis, como lo había hecho antes con su patrimonio, en el socorro de los pobres..

Posidio, su amigo  refiere que, en varias ocasiones, mandó fundir los vasos Sagrados para rescatar cautivos, como antes lo había hecho San Ambrosio. San Agustín menciona en varias de sus cartas y sermones la costumbre que había Impuesto a sus fieles de vestir una vez al año a los pobres de cada parroquia y, algunas veces, llegaba hasta a contraer deudas para ayudar a los necesitados. Su caridad y celo por el bien espiritual de sus prójimos era ilimitada. Así, decía a su pueblo, como un nuevo Moisés o un nuevo San Pablo: “No quiero salvarme sin vosotros”. “¿Cuál es mi deseo? ¿Para qué  soy obispo? ¿Para qué he venido al mundo? Sólo para vivir en Jesucristo, para vivir en Él con vosotros. Esa es mi pasión, mi honor, mi gloria, mi gozo y mi riqueza”.

Concluyamos con otra de sus grandes enseñanzas, la que golpea y

Destruye nuestro orgullo y soberbia. Escuchemos  sus palabras con la esperanza de que la acojamos como acogió el las que lo movieron  a convertirse: toma y lee: “El principio de todo pecado es la soberbia, y el principio de la soberbia del hombre es separarse de Dios. Es para curar la causa de todas las enfermedades, que es la soberbia, por lo que bajo y se hizo humilde el Hijo de Dios. Tal vez te ruboriza imitar a un hombre humilde. Imita al menos al humilde Dios.

“No he venido a hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me envió. Esta es la mejor recomendación de la humildad. La soberbia hace su voluntad, la humildad hace la voluntad de Dios”.

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Leonor.asilis@verizon.net.do

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