San Cristóbal: una carretera,
un camino, un mercado…

<strong>San Cristóbal: una carretera,<br/>un camino, un mercado…</strong>

POR  DOMINGO ABRÉU COLLADO 
Hacia la ciudad de San Cristóbal se llega desde Santo Domingo por dos carreteras: la antigua Carretera Sánchez y la autopista «6 de noviembre» (Día de la Constitución). La primera habrá costado… no sé, en época de Trujillo… quizás 100 mil pesos. La segunda costó mil millones de pesos, la más cara de su época.

Durante algunos años se conservó dicha autopista como una joya, pues –con todo y lo cara que salió- era en verdad un espectáculo de autopista en la noche y un espectáculo de verdor en el día, atravesando una zona de bosque húmedo entre dos ríos: el Haina y el Nigua.

Por decreto estaba regido el uso de dicha autopista. El decreto establecía la negativa de su uso para el tránsito de camiones cargados de materiales, como también establecía protección a ambos lados de ella.

Con el paso del tiempo, el decreto se fue a la mierda, pasa por la «6 de noviembre» todo tipo de transporte con el peso que las ganas les dé. Aquella visión de refrescante verde y de ir transitando no por una carretera, sino por un paseo a través de un bosque, también se fue al mismo sitio que el decreto, y las construcciones al mismo borde de la autopista ya le van dando el aspecto de una calle cualquiera de nuestras caóticas ciudades. De aquella visión de carretera perfecta solo queda la contemplación lejana de las montañas de la Cordillera Central, que dentro de poco será imposible con la creciente colocación de vallas a todo lo largo de la autopista.

«Para ayudar» en el disfrute de la «6 de noviembre», a ciento y algo de metros de la salida desde el cruce con la avenida Isabel Aguiar, le han abierto un canal de lado a lado que evidentemente no han sabido volver a cubrir. Nada extraño, pues nuestros obreros de la cosa pública (sea Obras Públicas, Indrhi, Irapa, Caasd o ayuntamientos) nunca han sido entrenados en esos aspectos de la reparación de calles, autopistas o aceras alteradas.

No hay una sola carretera, autopista o calle que le sea abierto y reparado un hueco que vuelva a ser parte real de una de éstas otra vez. No existe en todo el país un hueco de carretera reparado en el real significado de la palabra. O se queda el hueco para siempre, o le ponen cualquier cosa que se burle de los usuarios, o lo utilizan algunos para pedir echándole tierra, o le colocan un montículo de asfalto o lo tapan con un «muro» de concreto que es mejor evitar que tratar de pasarle por encima.

Lo mismo que en las alturas, nuestros obreros de las calles y carreteras no son obreros calificados para esas cosas. Son simplemente «los del partido» cuyo verbo y labia no califican para hacerlos dirigentes, ni por lo tanto, funcionarios de saco y corbata. Son obreros de la cosa pública que dejarán de serlo con el cambio de partido en el gobierno. Y no valdrá nunca que ni todo un pueblo pida especialización y profesionalización para sus obreros públicos, ya que lo importante son ahora las autopistas digitales y cibernéticas. A las autopistas «análogas» que se las lleve el Diablo.


La leña en el camino

Dos haces de leña en un camino hablan claramente del nivel de desarrollo de sus propietarios y de la comunidad que les tiene como recurso energético. Donde se utiliza todavía leña no puede decirse que ha llegado el progreso, no importa si se trata de una comunidad de San Cristóbal como de Jimaní.

En este caso es de San Cristóbal, y el camino es el que conecta al Pomier con Las Cuevas, atravesando una cantera de roca caliza que lleva 44 años de existencia en el sitio. Pero igual pudiera ser de cualquiera de las empresas que se dedican a la minería no metálica en toda la provincia de San Cristóbal. La presencia de la minería no ha significado desarrollo para la provincia ni mucho menos para los sancristobalenses. Todo lo contrario, han perdido buena parte de sus recursos naturales: suelo, vegetación, áridos, cavernas, arte rupestre y ríos en aras de un desarrollo que nunca ha llegado en términos de población, aunque sí en términos empresariales.

Y en buena parte también no se trata solamente de ambiciones empresariales, que en el ambiente del capitalismo es normal. Se trata de una falta acertada de conducción en la explotación de los recursos que posee San Cristóbal, cuyos políticos no tienen ni la más remota idea de lo que significa la dirección política de la economía o de la administración de un mercado.

En la sección Borbón, de la provincia San Cristóbal, se trabaja la minería no metálica desde hace 44 años, y el sitio principal de esa minería: El Pomier, no cuenta siquiera con una calle asfaltada que no sea la del acceso de los camiones que sacan el material bruto o procesado de las calizas., no tiene un sitio de diversión ni para niños ni para adultos, no tiene agua corriente (energía eléctrica estable no hay en ninguna parte del país) ni una escuela cuya edificación aparente serlo… y su gente vive como leña en el camino.


Una calle de un mercado

La estructura de un vehículo ya chatarra es utilizada para la colocación de un pedazo de lona que supuestamente debe cubrir lo que se vende en medio de una calle céntrica con edificios que alguna vez merecieron respeto.

Del uso original de la calle queda apenas el espacio para que pase un vehículo de tamaño regular tratando de no aplastar tomates, naranjas, plátanos y yucas puestas de montoncitos en el suelo. La gente se pone de lado para dar el trasero y no las ranuras de los bolsillos, que pudieran quedar enganchadas en un espejo retrovisor de las camionetas del transporte público que renquean hasta aparcar más adelante a la espera de que la gente arme la majada que como tal será transportada a los parajes.

La basura acumulada pasó de ser desecho a ser la característica que informa de la existencia de un mercado en algún lado del tumulto de calles. Ya nadie se molesta por el hedor. Y el hedor mismo se volvió parte de la gente que lo porta como la cédula de identificación a donde quiera que va.

Los puestos de venta de todo y de cualquier cosa ocupan tanto las aceras como la calle en un caos que le mete miedo al más osado turista que venga de Santo Domingo. Al que venga de Italia, por lo menos demandaría a la compañía touroperadora por riesgo de infarto.

¿Sabrá el síndico de San Cristóbal que esa calle existe? Seguro que lo sabe, pero, ¿sabrá el síndico de San Cristóbal que tiene obligación con la salud mental y física de la gente que la camina? No, eso creo que no lo sabe.


Alguien se está haciendo rico a base de palmas reales

La cosa comenzó en Santo Domingo. Varias avenidas fueron despojadas de su sombra para bañarlas de sol previamente filtrado por palmas reales adultas.

Pues ahora, el tipo que convenció al ayuntamiento de Santo Domingo, o que por lo menos hizo sentir sus influencias para que le compraran varios cientos de ellas –dizque a diez mil pesos cada una- (dato sin confirmar), parece que convenció también al ayuntamiento de San Cristóbal para que le comprara otro rosario de palmas reales adultas, probablemente más caras por aquello del reajuste fiscal.

Estas palmas no vienen de ningún vivero, no fueron plantadas a partir de semillas para luego venderlas siendo especímenes juveniles. Estas palmas fueron arrancadas de un palmar donde hay mucha agua, puesto que las palmas solamente crecen donde hay agua en abundancia.

Naturalmente, moverlas de su sitio y en las cantidades que han salido, deben estar ocasionando un desequilibrio ecológico mayor. Y es posible que estén siendo sustituidas por casas, que nunca van a realizar el trabajo de las palmas.

¿Hay alguien de San Cristóbal metido en el negocio? Pues claro, de otra manera cómo lo iban a permitir?

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