San Cristóbal,  experiencia inolvidable de turismo cultural

San Cristóbal,  experiencia inolvidable de turismo cultural

San Cristóbal es una ciudad sureña con una belleza natural exuberante, marcada en la historia por grandes momentos, entre ellos la firma de la primera Constitución de la República.

Son visibles los recursos que la madre naturaleza ha esculpido  y delineado  en ese pedazo de tierra, como las Cuevas del Pomier, que datan de millones de años.

Consciente de lo poco que conocemos nuestra riqueza, la  Secretaría de Cultura, en la continuación de su programa Itinerarios Culturales, brinda a los dominicanos de todas las edades la posibilidad de descubrir y explorar   los lugares de turismo cultural más emblemáticos del país.

En esta ocasión le tocó el turno a San Cristóbal y  desde el inicio, los niños y adultos de la Casa de Cultura de Haina, se esmeraron para dar lo mejor de sí.

Su director, Darío Solano, presentó un grupo de soneros y otro de bailarines de ballet clásico. También participaron niños tocando la flauta y un grupo que plasmó su talento en la pintura.

Ingenio  Boca de Nigua.  Al llegar a este  ingenio   la presentación del Grupo de Palos Raíces y Poesía y Palo subieron la adrenalina de los presentes con un número dedicado a uno de los misterios del lugar, en el que su protagonista se dejó poseer del “espíritu” haciendo gala del baile del machete y echando fuego por la boca a ritmo del toque de palo, expresando con esto el sincretismo mágico religioso que originó la fusión de las culturas en este lugar.

Monumento religioso

La iglesia Nuestra Señora de la Consolación, diseñada y construida por el  arquitecto francés Henry Gazón Bona, fue la próxima parada. Seguidamente fuimos al Castillo el Cerro, edificio representativo de la arquitectura en hormigón del siglo XX,  situado en uno de los montículos que posee San Cristóbal. La siguiente parada fue en las Cuevas del Pomier, grupo de cavidades  ubicadas en el paraje de Pomier de esta provincia, formadas por la madre naturaleza durante millones de años, contentivas de parte de la historia de nuestros antepasados indígenas que las usaban no sólo para protegerse de los embates de la naturaleza, sino también para rendirle culto a sus divinidades.

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