Cuando era niña, por allá por los 70’s, el mundo se reducía a Santo Domingo, lo que decían las enciclopedias y las mágicas cartas que venían de España: la comunicación era difícil y lo que pasaba fuera de la República Dominicana eran ecos que llegaban a través de los periódicos y los noticieros de la tele (ay, sin control remoto).

Hoy el mundo está a la disposición de nuestros dedos: san Google nos permite descubrir y conocer los rincones más apartados del planeta. Nada nos es ajeno y, por ello, deberíamos estar más al día de lo que acontece en otras latitudes.
Si bien es cierto que no todos tenemos que saber de todo, quienes se dedican a hablar u opinar en los medios de comunicación y las redes sociales deberían informarse antes de tocar algún tema, como quedó en evidencia con el escándalo que provocaron las críticas al grupo coreano BTS.

Nadie está obligado a conocerlos pero el caso puso en evidencia que mucha gente desconoce la historia de Corea del Sur y sus conflictos con Corea del Norte, así como su relación con China y los líos y tensiones que existen en Asia. También parecen ignorar los nueve mil ataques racistas contra los asiáticos que han tenido lugar en Estados Unidos durante la pandemia y las protestas que se realizaron en marzo con el lema #StopAsianHate.

Lo más gracioso del asunto es que no hay que ser un genio para tener una idea de las cosas puntuales sobre Corea y, sin llegar a conocer a BTS, no pecar de muy ignorante cuando se habla del k-pop y la idolatría por sus exponentes: basta sumergirse en las series de Netflix. ¡No hay que ser un erudito!