San Miguel

San Miguel

ÁNGELA PEÑA
La Iglesia Católica lo sacó de la misa. El folclore lo ha convertido en pretexto para borracheras, brujerías, montaderas, subidas de seres y frenesí de «materias» a través de las cuales supuestamente se expresa, para bien o para mal.  Amparados en que el 29 de septiembre es una celebración de la cultura porque el pueblo supersticioso y hechicero rinde culto al que el santoral del vudú llama Belié Belcán, en el parque San Miguel, ubicado  frente al templo que lleva el mismo nombre del poderoso arcángel, el seguidor de estos trances y misterios se da banquete de alcohol, tabaco y fanfarria en una fecha que debería inspirar reverencia y respeto.

Dicen que nada positivo sale de manifestaciones donde el licor es la nota que inspira la francachela. Allí no hay devoción ni religión sino la supuesta magia de hombres y mujeres disfrazados que pronostican ocurrencias personales futuras producto de sus mentes ebrias, de cuerpos sin control que se contonean envueltos en vestimentas verdes y amarillas, bajo el humo ascendente del tabaco que penetra sus pañuelos anudados y los sentidos eufóricos de los ignorantes que creen sus caprichosas predicciones. El Arcángel Miguel no necesita de esos intermediarios para manifestar su poder, su amor por la humanidad, la protección segura que ofrece al que lo invoca y la efectividad y prontitud con que responde súplicas. Algunos párrocos han protestado por estas concentraciones paganas, pero no han sido complacidos.

En los últimos años ha surgido gran promoción en diferentes iglesias cristianas para rescatar al general de los cielos que desterró a Satanás de los dominios del Creador. Se manifiesta a través de llamados, decretos y frases tan sencillas como «Arcángel Miguel, ayúdame, ayúdame, ayúdame». «El Arcángel Miguel es el ángel de la Presencia de Dios y viceversa. Su fama traspasa las barreras de las más importantes religiones del mundo como son el judaísmo, islamismo, cristianismo, siendo así el más glorioso y reverenciado ángel del Señor», afirma una publicación de The Summit Lighthouse de Santo Domingo.  Lo define como «el ángel poderoso y ministrante, mediante quien Dios promete enviar ayuda perpetua a los hijos de la Luz».

Miguel protege familias, personas, naciones y hasta se presenta frente al peligro sin que el enemigo se percate de que viaja al lado de la potencial víctima, según testimonios. Dicen que ayuda en circunstancias tan aparentemente insignificantes como conseguir parqueo y otras tan difíciles como erradicar la adicción a las drogas. Hay quienes piensan que tal vez los católicos vuelvan a invocarlo en la Sagrada Eucaristía, de la que fue excluido cuando ésta dejó de oficiarse en latín.

Elizabeth Clare Prophet, llamada «pionera de la espiritualidad moderna», describe a San Miguel como «un ángel muy especial quien junto a sus legiones se ha dedicado a la seguridad y perfeccionamiento de nuestras almas, a nuestra protección, cuidándonos y patrocinándonos, enseñándonos la Voluntad de Dios y permitiéndonos comprender que cada uno tiene un patrón original de vida, un plan divino». Agrega que este poderoso Arcángel «encarna las cualidades de la Fe y tiene un infinito número de legiones de ángeles bajo sus órdenes».  Es mensajera de un decreto para la protección de viaje que dice: «San Miguel delante/ San Miguel detrás/ San Miguel a la derecha/ San Miguel a la izquierda/ San Miguel arriba/ San Miguel abajo/ San Miguel, San Miguel donde quiera que voy. / Yo soy su amor protegiendo aquí». «Esta es una oración, según la señora Prophet, que puedes dar en cualquier momento, te permite establecer un campo de fuerza, te ayuda a magnetizar la presencia del Arcángel Miguel alrededor de ti. Lo visualizas dondequiera que vayas. Es una gran alegría llamarle y que millones de ángeles respondan a este llamado en cualquier parte del mundo».

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