San Pio X Sacerdote carmelitas trajeron a RD devoción a ilustre sacerdote y Papa

San Pio X Sacerdote carmelitas trajeron a RD devoción a ilustre sacerdote y Papa

En infinidad de páginas de internet  se habla de los milagros y virtudes conocidos desde antes de ser elevado al trono de la Iglesia Católica.

POR ÁNGELA PEÑA
Hasta 1963, cuando viajaron a la República Dominicana los primeros sacerdotes carmelitas, San Pío X, el llamado peregrino de los enfermos, era prácticamente un desconocido en Santo Domingo. Fue a partir de la llegada de los padres Ignacio Oyarzábal y Rafael López Melús que se inició aquí la devoción al glorificado Papa. La prueba más ostensible de esta veneración es la calle que lleva su nombre, iniciativa de una familia que propuso la denominación al mudarse de Ciudad Nueva, donde existe la parroquia erigida en honor del Sumo Pontífice que en la historia de la Iglesia fue canonizado en el tiempo más breve, después de su muerte.

El padre Ignacio, fundador del templo ubicado en la calle Estrelleta y el mayor difusor en Santo Domingo de la vida y la obra de San Pío X, recuerda la satisfacción con que Rafaela Taulé y sus dos hijos, Eugenio y Mirla, fueron a anunciarle que el Ayuntamiento del Distrito Nacional había acogido la propuesta para denominar San Pío X la vía localizada entre las avenidas 27 de Febrero y Enriquillo, en la Urbanización Real. “¡Lo logramos!”, anunciaron los antiguos vecinos, fundadores de esa comunidad en la que el padre Ignacio se ha mantenido como párroco durante 43 años.

Ese fervor, comenta el religioso, se ha manifestado en otros fieles. “Si usted va por la 27 de Febrero, antes de llegar a la Doctor Delgado verá una farmacia San Pío X, yo fui a bendecirla, los propietarios, que eran de aquí, me dijeron que le pusieron ese nombre por la devoción a San Pío X”.

Monseñor Beras y San Pío X
La presencia de San Pío X y de la Orden Carmelita en este país se debe a monseñor Octavio Antonio Beras. El entonces obispo de Santo Domingo solicitó a la curia romana de esa congregación el envío de alguno de sus miembros porque tenía en mente levantar una parroquia a la que pondría San Pío X, relata el padre Ignacio, que ha vivido en esta tierra acontecimientos históricos de trascendencia como el golpe de Estado contra Juan Bosch y la revolución de abril en la que Ciudad Nueva fue un bastión constitucionalista.

Piensa que Beras tenía quizá motivos personales para exaltar al santo. “Estuvo en Roma, vio la basílica de San Pío X, se enamoró de ella y decidió crear una parroquia en honor a él”. Narra que en el Vaticano, Beras tenía como director espiritual al padre Siberta, a quien le confió el proyecto de la erección del templo y el deseo de que fuera atendido por Carmelitas. Este religioso llamó al superior de la provincia Aragovalentina, que designó al padre Ignacio, recién ordenado sacerdote, para esa misión. “Cuando me dijo que tenía que venir a República Dominicana no sólo no sabía nada de ésta, sino que no me había montado en un avión”. Ese 20 de septiembre de 1963 el joven de 26 años pidió que le dejaran un tiempo más en el seminario, y temeroso de la empresa que le encargaban alegó: “Pero yo, tan joven, me han dicho que muchos se salen, que las mujeres, que esto y lo otro”. “Tienes que ir, lo ha pedido Beras”, replicó el Provincial y para calmarlo se desprendió de su secretario, el padre Rafael López Melús, mayor que él, para que le acompañara los primeros nueve meses. A éste siguieron los religiosos Juan Conesa, Máximo Bartolomé, Enrique Oria (fallecido) y más de 20 más. Ignacio siempre ha sido el párroco.

            “La creación de esta parroquia debió ser porque desde la Catedral hasta San Antonio no había más que esas, no existía las Mercedes, ni Del Carmen, ni el Convento, ni La Altagracia, nada, eran iglesias de culto, pero no constituían una jurisdicción parroquial, monseñor Beras vio que entre la Catedral y San Antonio había mucha población y creyó conveniente quitar algo a ambas y crear en medio la San Pío X. Por otra parte, un grupo de seglares de Ciudad Nueva, entre ellos la agrimensora Altagracia  Rodríguez, pedían una parroquia, entonces el sector estaba muy solo, no tenía nada y hoy ya Ciudad Nueva y el ensanche Lugo tienen iglesia, colegio y cancha cubierta para los deportes lo cual ha dado un gran realce a todo este sector. En 1968 se abrieron las puertas del Colegio San Pío X”.

Nacido en Pamplona, Navarra, el 10 de julio de 1936, hijo de Santiago Oyarzábal y Elvira Macaya, el padre Ignacio es el pionero en el país del culto a San Pío X cuya memoria litúrgica se celebra el 21 de agosto. La parroquia y el colegio conmemoran la fecha con triduos, novenas, reseñas de sus ideas, vida, pensamiento.

San Pío X
El padre Ignacio tiene celosamente enmarcadas las únicas fotos originales que se conservan en la República Dominicana de San Pío X, dos firmadas por él durante su papado y otra que le tomaron en el ataúd. Las trajo de Roma junto a un trozo de tela de su hábito. En el templo y el colegio San Pío X está en murales, paredes, oficinas, aulas. “Para mí San Pío X representa la humildad, la sencillez, la gran bondad y esas cualidades siempre reflejan en él todas sus dimensiones. Estamos muy contentos de estar bajo un patrono que nos ilumina a todos por su grado de santidad”, expresó el eclesiástico.

José Melchor
José Melchor Sarto Sansón, alías “Beppi” nació en Riese, pueblito de Italia, el dos de junio de 1835, hijo de Juan Bautista Sarto y Margarita Sansón. Mayor de ocho hermanos quiso ser sacerdote desde que recibió la primera comunión, a los 12 años, pero por la muerte del padre debió trabajar y estudiar para ayudar a la pobre familia. Concluyó el bachillerato con notas sobresalientes y gracias al párroco de su pueblo, José Melchor, consiguió una beca para ir al seminario.

Fue ordenado sacerdote el 18 de septiembre de 1858. Estuvo nueve años como ayudante del párroco de Tómbolo y allí, interesado en ayudar a la juventud, levantó una escuela nocturna en la que fue profesor y al mismo tiempo se dedicaba a catequizar niños en la formación cristiana. Luego fue párroco de Salzanp donde desarrolló una gran labor a favor de los desamparados. Cuando fue trasladado de ese pueblo la gente decía: “Vino con la sotana remendada y se va sin camisa”.

En infinidad de páginas de Internet se habla de sus milagros y virtudes antes de ser elegido Vicario de Cristo a la muerte de León XIII. Escogió llamarse Pío “inspirado en que los Papas con ese nombre habían sufrido por defender la religión”. Se detallan como sus más grandes características la pobreza, la humildad, la bondad.

“Fue un Papa que nunca fue servido más que por dos de sus hermanas para las que tuvo que solicitar una pensión para que no quedaran en la miseria a la hora de la muerte de Pío X. Siempre se sintió indigno del cargo de Papa e incluso no permitía lujos excesivos en sus recámaras y sus hermanas que lo atendían no gozaban de privilegio alguno en el Vaticano. Nunca fue difícil de tratar con Pío X pues siempre estaba de buen genio y dispuesto a mostrarse como padre bondadoso con quien necesitara de él”, se publica.

Por otro lado se afirma que “permitió la práctica de la comunión frecuente y fomentó el acceso de los niños a la Eucaristía, promovió el estudio del catecismo y ordenó la confección del Código de Derecho Canónico para reunir y unificar la legislación eclesiástica hasta entonces dispersa”.

Falleció en Roma, donde más se le venera, el 20 de agosto de 1914. “Muy pronto su fama de santidad se extendió por todo el mundo y eran muchos los milagros que se atribuían a su intercesión”. Fue proclamado beato a 30 años de su muerte y el 29 de mayo de 1954 Pío XII “pronunció la definición solemne que declaró santo a Pío X”. Aquel, se asegura, “fue el primer Papa que se canonizaba desde Pío V, en 1672”.

La calle
“A mí me alegra muchísimo que tenga una calle, porque se la merece”, expresa el padre Ignacio Oyarzábal. Entiende que la condición de extranjero del santo no es óbice para que se le reconozca con ese homenaje pues, a su juicio, “la Iglesia es universal, eso existe en todas partes, en Pamplona está la avenida Pío XII, y Pío XII no era español. Pío X fue un gran hombre en su santidad. A cualquiera que llegue al altar la Iglesia le puede poner una vía en Santo Domingo, como en Haití o en España”, dijo el cura.

Añadió que el tributo es justo, porque “es un hombre que nos ha precedido en las filas espirituales, es un signo, un modelo, un ejemplo para la sociedad dominicana”.

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