San Sebastián, la coqueta Río de Janeiro europea

San Sebastián, la coqueta Río de Janeiro europea

Situada a orillas del mar Cantábrico en el Norte de España, a escasos 20 kilómetros de la frontera con Francia, San Sebastián es conocida por muchos como el Río de Janeiro europeo por la belleza de su bahía y un Cristo que, al igual que el Corcovado, vigila esta elegante ciudad, visitada también anualmente por turistas de todo el mundo.

Aunque las dimensiones de Río y San Sebastián no son comparables, ya que frente a ocho millones de cariocas la capital donostiarra alberga sólo a unos 180.000 habitantes, algo tienen en común las bahías de Guanabar y de La Concha.

La imagen del Sagrado Corazón de Jesús que se alza sobre el castillo de la Mota en el monte Urgull de San Sebastián recuerda a muchos turistas al famoso Corcovado de Río de Janeiro, ya que ambos dominan la ciudad desde las alturas y permiten ser visitados para otear el litoral y las bellas playas de ambas ciudades a vista de pájaro.

También tiene teleférico

Leblón, Ipanema, Copacabana o Flamengo compiten en belleza con las playas de la capital turística vasca: la Zurriola, Ondarreta y la emblemática playa de La Concha que, por su forma, da nombre a la bahía y tiene incluso una perla en su interior, la isla de Santa Clara, a la que durante el verano se accede en lanchas motoras y ofrece otra visión de la ciudad.

También hay en San Sebastián un teleférico (funicular) que asciende por la ladera del monte Igueldo, situado en el otro extremo de la bahía y que, aunque no tan vertiginoso ni impresionante como los teleféricos brasileños que conducen al Pan de Azúcar, merece la pena conocer.

El turismo internacional que reciben es otro de los puntos en común de estas dos ciudades separadas por el Atlántico.

Gentes de todo el mundo las visitan, algo de lo que se enorgullece Donostia-San Sebastián, que ya a finales del siglo XIX fue sede veraniega de la corte española y alojó a la alta sociedad europea, pero que perdió parte de su atractivo a la vista de muchos de sus admiradores por los atentados de la organización terrorista ETA, lo que les llevó a cambiar de destino.

Sin embargo, la calma que se respira desde hace tres años con el cese de la violencia y la incipiente negociación del gobierno español con la banda armada, han animado a muchos a volver a la “Bella Easo” para disfrutar de su paisaje, sus gentes y de otro de los regalos que depara al visitante: su excelente gastronomía.

En nada se asemejan los restaurantes brasileños de comida a kilo, donde el cliente paga según el peso de lo que ha pedido, o los populares rodizios que sirven todo tipo de carnes a la brasa con las casas de los grandes chefs de la cocina vasca como Juan Mari Arzak, Pedro Subijana o Martín Berasategui, distinguidos con varias estrellas Michelín. EFE/Reportajes

Alta cocina, también en miniatura

Claro que el precio tampoco es el mismo, ni en estos grandes restaurantes, ni siquiera en los cientos de bares repartidos por la capital de la provincia de Guipúzcoa, que exhiben en sus barras espectaculares pinchos o tapas y son una de las mejores muestras que hay en España de la alta cocina en miniatura.

Hay incluso gentes que vienen a San Sebastián sólo a eso, a comer bien y durante todo el año se organizan excursiones desde la localidad vasco francesa de Biarritz a la Parte Vieja sólo para cenar a base de los afamados pinchos donostiarras.

A los habituales turistas franceses, italianos y de otros países europeos se han unido este año otros de destinos poco comunes hasta ahora, como estadounidenses o australianos, que han preferido la elegancia y el clima suave de esta ciudad afrancesada, a la tradicional oferta de “sol y playa” del Mediterráneo.

Pero playas hay y en ellas los “top-less” de las donostiarras compiten en belleza con los espectaculares hombres de las cariocas, que sin embargo nunca se despojan de la parte superior de su mínimo biquini. El ambiente de ambas ciudades es incomparable, también el colorido de sus gentes, la mezcla racial, o los contrastes entre las míseras favelas y los lujosos edificios de Río.

San Sebastián es una ciudad ordenada y sus gentes son mucho más introvertidas, pero les gusta agasajar al forastero con sus mejores productos y ello, unido a su encantador paisaje, ya es suficiente para enamorar a los que la visitan por primera vez.

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