Al verla, serena y esbozando una sonrisa, es fácil pensar que todo ha terminado. Sin embargo, Sandra Kurdas está lejos de alcanzar su meta: la justicia, en lugar de ayudarla, le pone las cosas cada vez más difíciles, cual si ella fuera culpable en lugar de víctima, y hace que su proceso se haga interminable.

“Vivo un abuso cada día”, lamenta Kurdas al afirmar que su caso penal lleva un año y tres meses en los tribunales, donde violan sus derechos una y otra vez.

“Yo siento que mis derechos humanos se están violando como mujer y como víctima. Yo quiero buscar justicia para poder vivir una vida tranquila, sin violaciones, porque toda mujer tiene ese derecho: vivir libre”, sostiene Kurdas.