En agosto pasado escribí un artículo titulado Isaac en mal momento y ahora lo hago sobre Sandy en el peor momento.
Tanto en aquella ocasión como ahora, esta tormenta llega cuando las arcas del Estado están vacías, las deudas gubernamentales son espantosas, la agricultura esta maltrecha y la infraestructura vial, los puentes y los sistemas de riego y agua potable se encuentran muy deteriorados por la falta de mantenimiento y los efectos de fenómenos atmosféricos pasados.
La diferencia con la tormenta de agosto es que en aquel entonces no se había hecho público el inmenso hoyo fiscal dejado por el Gobierno de Leonel Fernández. Nosotros teníamos el dato y lo habíamos hecho público pero nadie le dio crédito. Algunos empresarios hasta me llamaron para que les dijera de dónde sacaba esa información porque la misma no tenía ninguna sustentación estadística ni asidero científico. Yo me limité a decirles que el tiempo dirá quién tiene la razón. Y el tiempo habló.
Esta tormenta nacida al sur de nuestra isla y convertida en Huracán, pasó sobre Jamaica y Cuba, rozando Haití y a unos 500 kilómetros de nuestro país. O sea, ni nos rozó pero las fuertes lluvias y algunos vientos pusieron al desnudo nuestra pobreza y vulnerabilidad ante cualquier fenómeno natural por más distanciado que esté.
Tal como pasó con Isaac, las pérdidas humanas y materiales de Sandy comienzan a revelarse como dramáticas, con varias personas desaparecidas, puentes caídos, la electricidad colapsada, barrios anegados y grandes pérdidas en la agricultura. Esto último es grave en momentos en que los precios de los alimentos y las materias primas están subiendo a niveles récord por la sequía que afecta a las mayores zonas productivas del mundo.
Ante esta situación, el gobierno debe sacrificar otros gastos (como detener momentáneamente al chupa sangre presupuestario llamado Metro de Santo Domingo) para ir en auxilio de las familias damnificadas por Sandy y reparar la infraestructura dañada lo más pronto posible. Igualmente, iniciar un plan de siembra de emergencia en el sur con cultivos de ciclo corto y rehabilitando rápidamente los platanales.
El sector privado debe contribuir en este esfuerzo y concentrar sus donaciones y aportes extraordinarios al plan de recuperación de las zonas afectadas. Ya no hay campaña política ni candidatos buscando dinero a diestra y siniestra. Es hora de que los aportes privados tengan un mejor destino y un objetivo humanitario.
Sandy llegó en el peor momento, cuando la próxima semana es posible que se apruebe un paquetazo fiscal que le quitara el aliento a los 10 millones de dominicanos. Después vienen las negociaciones con el FMI para el nuevo Stand By, que exigirá un ajuste brutal en la tarifa eléctrica.
Danilo Medina tiene ante sí un reto mucho mayor al que existía cuando llegó al poder. A los problemas económicos antes descritos ahora se suma los efectos de Sandy, que tendrán un costo adicional que ahondará el déficit fiscal. Por esa razón, el manejo de las finanzas públicas en este momento resulta clave para las autoridades a fin de evitar mayores sacrificios para el pueblo, en adición a los que implica el paquetazo.
El problema es temporal ya que las emergencias que el gobierno tiene que enfrentar para rehabilitar la infraestructura y asistir a los afectados no esperan poner en práctica el paquetazo ni firmar con el FMI un nuevo acuerdo, todo lo cual comenzará a dar sus frutos a partir del 2013.
Por eso hay que afinar el lápiz para eliminar el despilfarro y las obras faraónicas, mejorando la calidad del gasto.