Sangre de la redención y de la libertad

Sangre de la redención y de la libertad

 El calendario se nos presenta hoy, con  un día muy especial para los dominicanos, por el significado tan majestuoso de las dos celebraciones que coinciden tan curiosamente en el devenir del tiempo; es una fecha en que se conmemoran dos derramamientos de sangre muy disímiles, una para fortalecer la fe,  y la otra, para liberar a un pueblo.

 La fiesta de Corpus Christi, que la Iglesia católica conmemora hoy en todo el mundo, sirvió para consolidar la fe y darle un sentido de universalidad y convicción a una religión, que en el siglo XIII dominaba a Europa, pero con el avance de un islamismo invasor en las tierras del sur europeo.

 El asunto se inició en 1208, cuando una monja, Sor Juliana de Cortillón, en Bélgica, tuvo la visión de la hostia destilando sangre y el mandato divino que se conmemorara tal ocasión, que el obispo de Lieja, en 1246, la instauró como una festividad en el calendario católico. Años  más tarde, el padre Pedro de Praga estaba celebrando una misa, y en el momento de la consagración, la hostia  comenzó a destilar sangre, que al llegar a oídos del papa Urbano IV la ocurrencia de ese milagro, y confirmarlo, se estableció como una festividad para todo el mundo católico europeo, y su celebración, principalmente en España, se extiende hasta el día de hoy en los países latinoamericanos.

 Y hoy, los dominicanos conmemoramos otra fecha tinta en sangre, cuando un grupo de arriesgados compatriotas decidieron ponerle  fin a la tiranía  que por 31 años  había aplastado  todas  las libertades y derechos nacionales. La sangre de Trujillo empapó la superficie de concreto, de lo que luego sería la autopista 30 de Mayo, en una noche estelar para la  vida del país. Al  fin se cayeron los temores, y la motivación y decisión sin marcha atrás  de los valientes patriotas, les permitió  iniciar un proceso que lamentablemente a 52 años del hecho, todavía permanece inacabado, ya que  tantos ideales y sueños de entrega cívica  fueron arrebatados por una clase política, empresarial y militar,  ambiciosa y antipatriota,  adueñándose de los recursos en un hábil contubernio  ante la sumisión de una nación casi indiferente a los latrocinios de quienes ostentan el poder.

 Desde aquel 30 de mayo de 1961, se inició un proceso, en que todo lo sublime y lo oscuro de los sentimientos de los dominicanos se mezclaron, para darle origen a un acontecer histórico muy singular, que en aquella noche no sabíamos el rumbo que se iba a seguir, pero los sucesos de abril de 1965  hicieron despertar  a un conglomerado humano, que ya en septiembre de 1963 se le habían arrebatado todas sus esperanzas de una vida democrática.

 Al igual que la sangre de Cristo, presente en la hostia al momento de la consagración,  para convertirla en el Cuerpo y Sangre de Cristo que sirve de redención  de la fe y fortalecimiento de la doctrina de salvación, así mismo la sangre del tirano sirvió para despertar a un pueblo,  que liberado de sus cadenas, sacó a le relucir todo lo bueno y la malo de la raza.

 La sangre del tirano bañó con todas sus maldades congénitas  a un pueblo que todavía marcha encadenada a una clase política, a la cual se le permite sus desmanes en perjuicio del bien común;este  no está del alcance que algunos quisieran para hacer de la  isla algo digno de vivirse,y no vernos cada día envueltos en mas precariedades, que hasta el presidente Medina se alarmó cuando en una visita sorpresa se apersonó al hospital Darío Contreras; durante mucho tiempo se le cacarearon numerosas remodelaciones con inversiones cuantiosas y nadie sabe dónde fue a parar ese dinero.

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