Sangre fría e hipocresía

Sangre fría e hipocresía

Es preocupante la información de que vándalos haitianos en la frontera atacaron a 60 camiones de la Federación Nacional de Transporte Dominicano, hecho que se asoció con la muerte de un haitiano en circunstancias no bien aclaradas.

La noticia de marras tiene cuatro aristas: Primera, el hecho incuestionable de que Haití es uno, si no, el mayor de nuestros socios comerciales; segunda: A pesar de las fricciones por la migración desenfrenada, el intercambio comercial, entiéndase, el interés de los empresarios, se parcializa o “nacionaliza” solamente hacia el lado de sus ganancias; tercera: legal o ilegal, a las buenas o a las malas, Haití necesita y le conviene el comercio con República Dominicana porque, a pesar de la corrupción y la especulación, le resulta más barato obtener mercancía con el simple paso por una débil frontera, y cuarta: la mano de obra barata ha beneficiado por igual a explotadores de ambos lados de la misma.

Uno se pregunta, a la luz de la información periodística, ¿cómo es que 60 camioneros, que habitualmente están mínimamente armados con una pistola cada uno, permitieron que unos vándalos haitianos saquearan sus cargas? Y la respuesta puede ser que pensaron, con mucha sangre fría, en las consecuencias de un incidente internacional de mayor envergadura, con dominicanos y haitianos muertos, con un gobierno también obligado a sangre fría, acorralado por los que aprueban los préstamos que lo mantienen a flote y que aspiran a una fusión de ambos países, junto a un sector empresarial que se resiste a prescindir de la mano de obra barata de los haitianos y que, en vez de sangre fría, se reviste de infame hipocresía.

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