Sangre taína en nuestras islas

Sangre taína en nuestras islas

Cuando presidí la Academia Dominicana de la Historia logré una donación de un empresario dominicano para que el National Geographic Society y las universidades de Pensilvania y UNIBE realizaran en el país un trabajo que ya se estaba haciendo en unos 140 países: averiguar el ADN de los dominicanos en base a 1,000 muestras de saliva en 25 puntos muestrales diferentes del país. Estos incluyeron a Jánico y El Rubio bajo la premisa de que tal vez allí aparecería un porciento muy alto de ADN indígena, es decir amerindio o taíno. Como precedente está el trabajo del Dr. José de Jesús Álvarez de 1950, donde tomó muestras de sangre entre 520 militares dominicanos.

Nuestro estudio indicó que los dominicanos tenemos un 4% de ADN de origen indígena, o sea taíno o amerindio; un 49% de ADN de origen africano y un 39% de ADN de origen europeo. Como ya habían transcurrido diecisiete generaciones desde el Descubrimiento en 1492, era lógico que la presencia indígena se redujera tan solo a un 4%. El caso de su máxima presencia fue un individuo con un 14%. Y es que los taínos se extinguieron unos treinta o cuarenta años después del Descubrimiento.

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El ADN africano y europeo nos indica claramente que constituimos la comunidad mulata más grande del mundo, si se expresa como porciento de la población total. En términos de números de mulatos es obvio que en el sur de los Estados Unidos y en el nordeste de Brasil nos superan, pero no como proporción. Sin embargo, los dominicanos no queremos admitir que somos mulatos. En la recién celebrada Cumbre Iberoamericana tanto el Rey de España como nuestro canciller hicieron referencia a que con motivo del Descubrimiento fuimos el lugar donde se inició el mestizaje en América y nuestro canciller hasta se refirió a Pedro Henríquez Ureña como un mestizo muy distinguido. Pero en realidad, somos una comunidad mulata. Cuando vemos a una mujer bonita decimos “qué india tan bella” en vez de “qué mulata tan bella”, aunque de indios apenas tenemos un 4%. El término mestizo se refiere a una persona con padres de diferentes etnias, aunque es más común referirlo a una mezcla entre indios y europeos como es el caso de los mestizos de Guatemala y Perú.

En Puerto Rico el mismo estudio de National Geographic dio un 10% de ADN taíno en comparación con el 4% dominicano y es que en esa isla los taínos se extinguieron más tarde que en La Española.

Recientemente en Cuba la Agencia Española de Cooperación Internacional auspició la publicación de un libro “Cuba indígena hoy. Sus rostros y ADN” de más de 200 páginas. Allí la muestra de ADN entre mil cubanos por todo su territorio dio un 8% de ADN indígena en comparación con el 10% en Puerto Rico y solo un 4% en la República Dominicana. En Cuba el ADN europeo fue de un 71%, el africano un 20% y chino un 1%. La fuerte migración desde Cuba después de la revolución de 1959 produjo un éxodo principalmente de personas de ascendencia europea, pero aún así predomina la ascendencia europea en el ADN, sobre todo en la zona rural, pues en las zonas urbanas como La Habana y Santiago de Cuba predomina el ADN africano.

Sin embargo, lo más interesante del caso cubano es que se ubicó, y no es la primera vez, una gran concentración de personas de descendencia indígena o sea taínos en zonas montañosas en la provincia de Guantánamo, la zona más oriental de la isla de Cuba.

En estos sitios remotos se produce el casabe, se usa todavía la coa para trabajar la agricultura, existen los cayucos y el burén. Predomina también la llamada “cura del rastro” o “cura por el rastro” o “curar por la palabra”, que es un rezo en el que se utiliza la huella de un animal y se hacen crucecitas. También hay prácticas médicas en base a sobar, acompañado por oraciones. La medicina campesina también se practica mucho, así como la oración del tabaco que recuerda la práctica taína de los chamanes en la ceremonia de la cohoba. En esas comunidades se sigue aplicando el “huso” para hilar el algodón. Igualmente predomina la mancha característica de la piel entre los amerindios que comúnmente se denomina como “jagua” o “cucaracha”. El güiro es común, así como sonar el caracol para avisar una noticia. El arqueólogo cubano Manuel Rivero de la Calle ya había estudiado estas comunidades y las define como caracterizadas por “su color canela, con trazas de un color amarillento, pelo lacio, pero suave de color negro y casi negro y de ojos muy oscuros. Poseen poca barba y bigote con caras anchas y cortas con los huesos malares o pómulos muy prominentes. La nariz de mediano tamaño, generalmente recta y no muy profunda en su raíz y los labios finos o medianos”.

El estudio de ADN evidenció que hay pocos casos de personas que descienden de una mujer europea que se amancebó con un indio taíno, sino que lo que predomina es que indias taínas se amancebaron con españoles o africanos. Incluimos entre las 50 fotografías que aparecen en el estudio tres donde mayor predominio apareció del ADN indígena.

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