Sanguijuelas

Sanguijuelas

En una de las escenas de la película «Perico Ripiao» se muestra a uno de tres fugitivos tratando de cruzar el río luego de despojarse de su vestimenta. Desgraciadamente la orilla es un pantano y el pobre hombre queda atrapado en el lodo. Al salir nota con pavor un considerable número de sanguijuelas adheridas a su piel, las cuales de inmediato comienzan a succionarle la sangre. Esa especie de gusano acuático se conoce con el nombre de Hirudo medicinalis, encontrándose comúnmente en lagunas, arroyos, ríos y pantanos. Se alimenta de la sangre de vertebrados como son los anfibios, peces y mamíferos.

Dicho anélido mide de 8 a 12 centímetros y posee una ventosa en cada extremo ventral. En la placa adherente proximal es donde tiene su cabeza dentro de la cual se distinguen tres piezas corneas filosas que utiliza a manera de dientes para cortar y sujetarse a la superficie corporal de su víctima. Al final de una ingesta hemática habrá aumentado tres veces su peso original. El contenido sanguíneo absorbido se almacena en un estómago grande que contiene varios compartimientos por lo que la lombriz puede pasarse hasta seis meses en ayunas sin necesidad de volver a succionar.

Presenta el invertebrado 33 segmentos de un color aceitunado con una textura blanda y resbalosa. Es hermafrodita y contiene un par de ovarios, así como numerosos testículos. Curiosamente se le observan varios ojos en su porción anterior. La boca segrega una saliva anticoagulante llamada hirudina la cual le garantiza un flujo sanguíneo ininterrumpido desde los tejidos del huésped.

Su utilidad médica data de hace más de 3500 años. La Biblia y el Talmud muestran evidencias históricas de su uso terapéutico en la prevención y tratamiento de ciertos tipos de enfermedades . Recordemos que Hipócates, considerado el padre de la medicina, postulaba la teoría de los humores para explicar el origen de todas las afecciones. Entendía que la sangre procedía del corazón y que contenía calor, el cual, a su vez, derivaba del cerebro desde donde emanaba por todo el cuerpo. Para equilibrar los humores resultaba necesario drenar sangre en ocasiones, por lo que las sangrías llegaron a hacerse muy populares tanto en oriente como en occidente.

La Hirudo medicinalis la usaban los profesionales de la salud sirios desde el año 100 antes de la Era Cristina con el fin de llevar a cabo sangrías en sus pacientes. La cualidad antitrombótica de la saliva del animal fue descubierta por Haycraft en 1884. Jacoby en 1904 identificó la sustancia química responsable por esta acción. Correspondió a Markwardt en 1957 aislar en forma cristalina pura dicho anticoagulante. Mediante la técnica de ingeniería genética este último investigador sintetizó la hirudina en 1986.

El anélido descrito tiene hoy muy poco uso en el campo de las ciencias médicas, sin embargo, sus características biológicas han sido copiadas casi a la perfección por vertebrados mamíferos bípedos, enquistrados en el palacio presidencial de la República Dominicana. Decimos casi a la perfección debido a que existen importantes diferencias. Por ejemplo, describimos que las sanguijuelas pican y sacan sangre hasta triplicar su peso, desprendiéndose luego espontáneamente, no siendo hasta seis meses después cuando vuelven a morder. Acá en esta tierra de nuestros amores, las sanguijuelas humanas se colocaron sobre el lomo de la vaca nacional un 16 de agosto de 2000 y no han cesado de drenar la sangre del anémico Estado. Algo que resulta más grave aún es su naturaleza insaciable ya que pretenden seguir chupando hasta la última gota del infortunado país hasta más allá de agosto de 2004. Quiera el Redentor que el fuego de los votos del 16 de mayo sea lo suficientemente persuasivo para que se desprendan de una vez y por todas las caterva de gusanos hematófagos que por el momento desangran casi mortalmente a la infausta república.

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