Estuve en la cárcel de Monte Plata. Compartí con más de 400 internos no solamente la comida material, arroz blanco, cerdo, ensalada y un vaso de jugo, auspiciado por el ministerio Luz en las Tinieblas de la iglesia Pan de Vida. Lo más importante fue disfrutar de la comida espiritual, siendo el menú principal la palabra de Dios que está en la Biblia.
Días antes estuvimos en Neiba y pudimos allí llevar también el mensaje de Dios a los reclusos, dando por gracia lo que por gracia hemos recibido.
La gloria sea para Dios que cientos de reclusos recibieron palabras de perdón, que le permitieron quitar la amargura, la rebeldía y el dolor, luego de recibir a Cristo en su corazón.
Y el momento era el más propicio, precisamente en la época de Navidad y de Año Nuevo, en que muchos andan celebrando en las calles y otros en sus hogares con sus familiares, y es el momento en que esos presos necesitan de alguna palabra de aliento y esperanza.
La palabra de Dios nos habla claramente que debemos tener compasión y visitar a los encarcelados, así como recordar a los enfermos y los desamparados. Mateo 25:43
La propia Constitución tiene este versículo en la Biblia en el escudo nacional: y conocerán la verdad, y la verdad los hará libres.
¿Cómo una gente que está presa que no puede salir a celebrar la Navidad ni el Año Nuevo con su familia ahora la palabra de Dios le dice que si conoce la verdad, que es Cristo, será verdaderamente libre?
Las personas muchas veces somos presos de la turbación, de la ansiedad, de las aflicciones, de la soledad, de la depresión, de las dificultades materiales o simplemente de algún vacío del corazón, de algún rechazo familiar, que lo lleva a la violencia o al crimen. Pero si recibe la luz de la verdad, si llega a conocer que el perdón es una herramienta que sana y restaura los corazones, la persona puede ser libre de cualquier raíz de amargura.
Además, la palabra de Dios establece claramente que Jesucristo llevó en la cruz del calvario nuestras enfermedades y dolencias. Cuando la gente recibe a cristo y lo hace con fe puede recibir sanidad espiritual y física. Y eso no le cuesta un centavo al Estado. Al contrario, le ahorra mucho dinero.
El testimonio de los mismos encarcelados y de los que cuidan el recinto carcelario fue una evidencia que cuando Cristo llega a un lugar y entra a los corazones, reina la paz de Dios.
Antes, con menos presos, habían más problemas. Ahora, con más presos, hay menos problemas, nos dijo el director carcelario. A Dios sea la gloria.