Sans Soucí

Sans Soucí

SÓCRATES PEGUERO SEHOUERER
Para el año de 1935, la ciudad de Santo Domingo carecía de un puerto. Los barcos que solían llegar a la ciudad tenían que fondearse en el Placer de los Estudios, donde los botes y lanchones tenían que arrimarse al barco, tarea esta muy riesgosa para el desembarco y embarco de pasajeros, así como para el embarque y desembarque de mercancías, porque quedaban a merced del oleaje del mar.

Trujillo ofertó, por mediación del periódico norteamericano The New York Times, la construcción del Puerto de Santo Domingo, ya que en el país no había la tecnología ni los recursos económicos para una obra de esa magnitud. El constructor naval Féliz Manuel Benítez Rexach, natural de la isla de Vieques, Puerto Rico, e hijo de padre español y madre francesa, con bastante experiencia, ya que había construido parte de los muelles en la bahía de San Juan, Puerto Rico, y otras obras más, acudió al llamado de Trujillo y aceptó el desafío para la construcción del puerto de Santo Domingo, consistente en la construcción del rompeolas (‘jetz’), muelles, depósitos y el dragado del río Ozama y el ante-puerto, a una profundidad de 20 pies.

No faltó el calificativo negativo de los expertos nativos. Lo tildaron de loco. Trujillo, hombre astuto e inteligente, no se demoró en consultar con el Departamento de Estado y la Marina de los Estados Unidos de Norteamérica, para cerciorarse de si don Féliz cualificaba.

La repuesta fue positiva. El hombre tenía los recursos económicos, la tecnología y la experiencia. Es así como don Féliz arriba a Santo Domingo para la firma del contrato de la construcción del Puerto de Santo Domingo, entre el Estado Dominicano y el constructor naval Féliz Manuel Benítez Rexach en el 1935.

El presupuesto para la obra, consistente en la construcción del rompeolas (jetz), los muelles, depósitos, dragado del río Ozama y el ante-puerto, a una profundidad de 20 pies, ascendió a la suma de US$2,500,000.00. La forma de pago quedó acordada de la manera siguiente: un pago inicial de US$200,000.00 y pagos trimestrales de acuerdo a ubicaciones, y un pago final a la entrega de la obra. La obra tuvo su inicio en el 1936 y culminó en el 1938.

Hizo su entrada triunfal e inaugural el barco Borinquen, iniciando la ruta New York-San Juan-Santo Domingo; sumándosele luego a la ruta el barco Coamo, ambos venían semanalmente: los martes y los jueves. La naviera que lo representaba era la Bull Line.

Trujillo había quedado tan impresionado y emocionado que le otorgó la ciudadanía dominicana a don Féliz, la cual le fue revocada por el Consejo de Estado, por intrigas y ambiciones de parte de uno de sus miembros.

Recientemente se ha estado hablando mucho sobre Sans Soucí; pero creo, sin lugar a dudas, que el pueblo, en su gran mayoría, no sabe el significado de esa expresión francesa, la motivación y el origen de su nombre. El rompeolas y los muelles son parte integral de una obra concebida para llamarse Puerto de Santo Domingo, y así fue inaugurada.

En primer término, la motivación que tuvo su creador, el artífice naval Féliz Manuel Benítez Rexach, surge sobre la marcha durante la construcción del rompeolas (jetz), que sirve de contén al oleaje del mar para que fuera posible la obra básica de la construcción del Puerto de Santo Domingo. Para tal fin, se colocaron tablaestacas de 40 pies de longitud de una aleación de hierro-bronce, en un área de 1,600 metros lineales, quedando así delineada la zona de lo que sería el rompeolas. Luego se colocaron los tensores de acero de 2 pulgadas de diámetro por 60 pies de largo, para luego verter los blocks de concreto armado de 20 toneladas y con el auxilio de la draga San Cristóbal, que succionaba 24 pulgadas y expulsaba 20 pulgadas a una distancia de dos kilómetros en alta mar, dotada de cuchillas de acero para material arcilloso y rocoso. Se hizo el relleno con el material del mar y, finalmente, se complementó dicho relleno con tierra. La configuración de lo que podemos llamar una península artificial quedó formada.

Al don Féliz ver y examinar el área del terreno, se ideó construir un mini-palacio para que sirviera de intercambios sociales al gobierno. Esto lo podemos definir como la motivación.

Cuando culmina la obra del mini-palacio, para su inauguración trae al país a un grupo de coristas francesas del Lido de París y bautiza el mini-palacio con el nombre de Sans Soucí.

Posteriormente él le dona el inmueble y su mejora al Estado Dominicano. Esta obra no está incluida en el presupuesto del contrato del Puerto de Santo Domingo. No consta. Muy bien podría remodelarse y destinarla para atracción turística.

En segundo término, la expresión francesa de Sans Soucí lo que quiere decir es “sin preocupación”, que va muy acorde con la motivación.

Al don Féliz haber vivido desde la década del 30 en París y Cannes, ciudad esta última que le permitió observar y compenetrarse en las obras portuarias del lugar, de donde trajo sus técnicos, conocía muy bien de la existencia del Palacio de Sans Soucí en Potsdam, Alemania Oriental, antigua Prusia, residencia del Rey Federico II, así como también del Pabellón de Sans Soucí de Knobelsdorf, una de las florias artísticas de la ciudad de Berlín.

Seleccionó este nombre exótico y atractivo para denominar el área donde se construyó el mini-palacio. Esta área comprende un balneario natural construido por don Féliz con protección contra los tiburones. Es razón por la cual a las personas referirse al área dicen: por el rompeolas de Sans Soucí.

También queremos recordar que existen otros Palacios de Sans Soucí. En Tandil, provincia de Buenos Aires, Argentina, hay un Palacio de Sans Soucí construido por José Santamaría, uno de los edificios más representativos de Buenos Aires, Argentina, que lo utilizan como atracción turística, para conferencias, celebrar bodas, etc. En Haití, hay un Palacio de Sans Soucí, la que fuera la residencia del que se hizo llamar emperador: Henri Christophe. Ambos han sido declarados por la UNESCO, Patrimonio de la Humanidad.

En el Palacio de Sans Soucí, en Potsdam, Alemania, tuvo lugar la famosa Conferencia entre Harry Truman, Winston Churchill, Joseph Stalin y Clement Atlee, en 1945, para repartirse a Alemania.

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