Santa Cruz está buscando una mayor autonomía

Santa Cruz está buscando una mayor autonomía

POR HAL WEITZMAN
El salón de recepciones del Comité Pro Santa Cruz tiene la atmósfera de un club de golf ya desaparecido. Sobre una añeja mesa de conferencias y una alfombra algo desgastada, fotos monocromáticas de antiguos presidentes del comité -todos hombres, de piel clara y formales-, adornan las paredes, dando una sensación de glorias pasadas y poder privado.

Germán Antelo, el actual presidente, está sumamente consciente de la importancia de esta historia. “El comité es una de las más viejas y poderosas instituciones políticas en Bolivia”, dice.

La rica ciudad de Santa Cruz, dominada por élites descendientes de inmigrantes europeos y libaneses, descansa en las suntuosas tierras bajas del sudeste, que contrastan marcadamente con los tristes villorrios que pueblan las pobres tierras altas del occidente boliviano.

Mientras se espera la proclamación de Evo Morales como el primer presidente indígena del país, el mes próximo, muchos observadores dicen que el contraste pudiera conducir a una confrontación con el gobierno central. “Santa Cruz exigirá autonomía plena en una serie de temas”, dice Roberto Laserna, un analista político de Cochabamba. “Será una fuente fuerte de presiones”, añade.

La segunda ciudad de Bolivia ha constituído una potencia importante en la política nacional desde que empezó el auge en los años de 1950, gracias a la agricultura, la explotación de recursos naturales y el tráfico de drogas.

Aunque ha sido por largo tiempo la capital económica del país, los alto precios del gas y la soja le han dado ahora a Santa Cruz un nivel de poder económico sin precedentes. Representan el 58% de las exportaciones de Bolivia, 50% de los préstamos bancarios y 30% del producto interno bruto.

Las élites políticas de la ciudad esperan que con la elección de su primer prefecto este mes -la posición fue formalmente una designación de La Paz- el poder pueda utilizarse para presionar su demanda de una mayor autonomía. La primera acción del recién electo prefecto, Rubén Costas, fue convocar una cumbre sobre la forma de avanzar para darle más poder a Santa Cruz. 

“Esta es una realidad nueva, un emparejamiento del poder”, dice el señor Antelo. “Por primera vez en la historia de la república tenemos un líder regional elegido con un mandato propio”.

Un área de tensión será la política económica. Como hogar de los inversionistas extranjeros en las vastas reservas de gas natural de Bolivia, es probable que Santa Cruz choque con el señor Morales en su promesa de nacionalizar la industria del gas. También se resentirá el envío de los impuestos a La Paz para expandir programas sociales en las tierras altas.

Una segunda fuente de fricción sería la tierra. Los grupos campesinos locales durante mucho tiempo han dicho que la distribución de la tierra es injusta, y que las élites étnicamente más blancas de la región poseen amplias extensiones que están ociosas, mientras que los agricultores indígenas pobres no tienen tierras.

Aunque Santa Cruz se considera con frecuencia como una región “blanca”, la mayoría de sus residentes son inmigrantes indígenas del altiplano. Ellos ayudaron a Morales a registrar un considerable 30% de los votos en la región. Su Movimiento al Socialismo también ganó un puesto en el Senado en Santa Cruz.

Poner fin a la especulación con la tierra también fue uno de los temas favoritos del señor Morales en sus discursos de campaña, pero una vez en el cargo enfrentará serios obstáculos para convertirlo en política. “El tema de la tierra es el talón de Aquiles de Evo”, dice José Mirtrenbaum, de la Universidad Gabriel René Monero, de Santa Cruz. “Las élites de aquí le harán difícil poner en marcha reformas agrarias significativas”, explicó.

Un tercer área de conflicto potencial es la posición constitucional de Santa Cruz. Los líderes locales ven la elección del prefecto como el primero de una serie de medidas hacia un mayor poder local. Quieren un referéndum sobre la profundización de la autonomía en julio de 1006 -una demanda a la cual el señor Morales accedió esta semana- y el señor Antelo prevé que la devolución del poder será “un proceso de 10 ó 20 años”. 

El señor Morales, para quien Santa Cruz es probable que se convierta en solo una de una serie de presiones que van desde Washington y los inversionistas extranjeros a los grupos indigenistas radicales, pudiera desear conseguir un acuerdo con la región para evitar la confrontación. Pero esto pudiera verse complicado por su propia base política, que ven a Santa Cruz como si fuera un caldero hirviente que hay que vaciar.

Muchos analistas temen las consecuencias si el señor Morales optara [una vez en el cargo] por enfrentarse a Santa Cruz. “El éxito comercial está actualmente en las manos de las élites de las tierras bajas”, dice Stephen Johnson, de Heritage Foundation, un centro de análisis conservador en Washington. “Dependiendo de hasta donde el señor Morales intentara expropiarlo, pudiera convertir a Bolivia en un caso sin remedio”.     .

Obviamente, para mejorar la atmósfera, el presidente electo visitó la ciudad a mediados de esta semana para un encuentro conciliador con los hombres de negocios y los líderes civiles.

“No quiero afectar a nadie; no deseo expropiar o confiscar ningún activo”, les dijo. “Quiero aprender de los empresarios”.

(Versión: Iván Pérez Carrión)

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