Hoy Dios me ha inspirado contarles esta historia. Real, poco conocida aun entre la familia. Se trata sobre mi abuelo José Elias Elmudesi Latuf.
Hace apenas pocos días se cumplieron 50 años de haber sido llamado a la casa del padre (18 septiembre 1972).
Era muy niña cuando él murió, apenas contaba con 7 años. Sin embargo, guardo lindos recuerdos de él.
Era en extremo familiar. Abnegado esposo de Leonor Emilia Porcella Cohen, y padre dedicado a los cuatro hijos que junto a ella procreó: Jose Manuel, Leonor Emilia Altagracia (mami), Francisco (tío Franchy) y Carlos Alberto (tío Carlitos). Todos ya reunidos en el cielo. Me complace tanto mencionarlo porque al igual que su ejemplo de familia, los cuatro hermanos forjaron las suyas propias, en unión sacramental hasta el final de sus vidas.
Vuelvo con abuelito. Recuerdo su mirada profunda mirando al mar mientras nos paseaba junto a abuelita Leonor por el Malecón de Santo Domingo los domingos. Trabajó hasta su ancianidad. Lo recuerdo siempre vestido en saco y corbata. Usaba sombrero. Le encantaba fumar tabaco. Era un gran hacedor de amigos. Era muy conversador y tuvo una vida muy intensa, aunque no siempre la vida le sonrió. Era comerciante (nació 1890). Vivió tiempos de guerra y por ende y gracias a esa desventura su negocio quebró (almacén de textiles), pero por la gracia de Dios y a la colaboración de su trabajo arduo y constante se levantó.
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Sin embargo, en una ocasión cayó gravemente enfermo. Esto me lo contó mi madre, y tuvo una gracia muy particular: haber tenido un encuentro muy especial con Santa Teresita de Jesús.
Recuerdo vivamente este relato contado lleno de emoción por mami. De hecho, ella heredó ese gran cariño a esta sonriente Santa. Me animé a leer su biografía, así como titulé esta entrega: «Historia de un alma». Léanla, no se arrepentirán. Les recuerdo que es patrona de las misiones y fue proclamada por San Juan Pablo II, Doctora de la Iglesia.
Mami llegó a quererla tanto, que escogió el día de su fiesta para su boda (3 de octubre). Dato curioso, recientemente la fecha de su fiesta fue movida para el 1 de octubre, fecha que coincidió con la fecha escogida para casarse de su nieta, Beatriz Alicia. La noche de la gravedad de abuelito José, una monjita en el hospital donde estaba se sentó junto a su cama, le tomó su mamo y le dijo con voz dulce que no se preocupara que todo iba a estar bien. Él no sabía quién era y al preguntar a las enfermeras quién era la monjita, le dijeron nadie podía entrar al hospital, ya que estaban prohibidas las visitas.