Santo Domingo: ciudad ahogada por un tránsito vehicular caótico

Santo Domingo: ciudad ahogada por un tránsito vehicular caótico

Transitar por las calles de la ciudad es casi siempre una experiencia caótica sobre todo si se circula en horas pico, aunque a decir verdad, desde las 6:30 am hasta las 8:30 pm constituye un período de tráfico tan fluido, que terminan en tapones interminables. Es debido a esto, que los conductores viven en todo momento estresados, sobre todo si el recorrido es por una calle o avenida en donde el transporte público denominado “concho”, campea por sus fueros y ejecutan un innúmero de paradas y de zigzags al moverse de un carril al otro cuando avistan un potencial pasajero.
Santo Domingo ha sido inundada por un gran número de vehículos ligeros, camionetas, camiones de varios ejes, autobuses, voladoras y los más peligrosos, las motocicletas divididas en dos segmentos, la motocicleta para uso personal y los denominados “deliverys”, suicidas que le hacen poner los pelos de punta a cualquier conductor por muy paciente y sosegado que sea.
No sabemos el número exacto de ciudadanos que la habitan, pero un número conservador la sitúan en más de tres millones de habitantes, que necesariamente necesitan transportarse para trasladarse a una ciudad que tiene más de ochenta kilómetros de radio.
Creemos que la ciudad, del modo que está diseñada, no aguanta más automóviles de cualquier tipo. Sin embargo, cada tres meses se celebra una feria de vehículos patrocinada por bancos comerciales o compañías automotrices, en cuyas auto ferias se otorgan los incentivos más inverosímiles, como es seguro gratis por un año, hasta un 7% de interés sin pago inicial, en fin, facilidades que hasta hace poco eran imposibles de ofrecer, más al crecer la competencia, ahora son casi “normales”.
Según la Ley de Tránsito, no se permite importar vehículos con más de cinco años después de fabricados. No obstante, desde Corea del Sur se están importando unos vehículos cuyo origen eran taxis locales marca Sonata, vendidos al contado o a plazos a unos precios verdaderamente irrisorios, lo cual significa una venta masiva de autos, muchos de los adquirientes, debido a las facilidades, se inician en la conducción, pasando muchas veces, de caballo a carro sin pasar por bicicleta o motocicleta.
Últimamente me he puesto a observar los vehículos en mi entorno y he podido comprobar, que aproximadamente el 90% solo es ocupado por una persona, lo cual es un dispendio que podría ser aminorado si se utiliza la técnica de países avanzados que incentivan a las personas que ejercen una profesión o labor próxima, se agrupen para utilizar el mismo vehículo, lo cual les economiza combustible y menos automóviles en las vías.
Recientemente en este diario, la acuciosa periodista Ángela Peña escribió un artículo denominado: “La ciudad es para las personas”, por supuesto en contra del ensanchamiento de las calles y avenidas, convirtiendo algunas en peatonales. Si bien esto en los años 50 cuando los límites de la ciudad llegaban hasta la avenida Geffrad, actualmente Abraham Lincoln y los ensanches Naco, Piantini, Galá , Los Ríos y Arroyo Hondo empezaban a delinearse constituyendo el pavimento caliche apisonado y el tránsito era mínimo, entonces si era de peatones.
En esa entrega, el urbanista Cristóbal Valdez se opone “a que le quiten áreas de espacio urbano a la ciudad para dedicarlos al automóvil”. También se opuso a que Odebrecht le robara un pedazo al Centro Olímpico y que se construyera el túnel de la UASD”. Todo esto para expresar que se opone a la ampliación de la avenida Anacaona.
Este urbanista se opone a cualquier ampliación de avenidas ya que según su opinión: “la ciudad es para sus ciudadanos”; al parecer olvida, que los automovilistas son tan ciudadanos como los de a pie. Se opone a los elevados por causar grandes taponamientos. Esto me recuerda cuando mi vecino el ingeniero Hamlet Herman se opuso a la construcción del pantalón en la Ortega y Gasset con 27 de Febrero.
A mi memoria acuden las expresiones del profesor Juan Bosch cuando Balaguer (casi ciego), ordenó la construcción de la avenida Luperón. Este exclamó: “esas son obras suntuosas”. Es una lástima que no esté en el mundo de los vivos para que se diera cuenta cuan equivocado estaba. Es más, la avenida 27 de Febrero de diez vías se debieron construir 14 para que los túneles no constituyesen un embudo.

Para descongestionar la ciudad se impone, edificar túneles en varias partes de la ciudad. En el cruce denominado “Pintura”, este debe de ir desde las Fuerzas Armadas hasta el inicio de la Autopista 6 de Noviembre. En la Abraham Lincoln debe realizarse un túnel con la 27, asimismo en la Winston Churchill. La hora hombre/combustible que se dilapida en esta ciudad, debe llegar a su fin, con un estudio técnico del tránsito ejecutado por un equipo de verdaderos profesionales en la materia, inclusive, deben asesorarse con resultados positivos como los de las ciudades de Bogotá y Medellín. Por eso, las calles y avenidas son para todos los ciudadanos que habitan y visitan la ciudad. Pero, el peor problema que tiene este caos vehicular en nuestra ciudad lo representan los conductores y choferes de los vehículos circulantes, su falta de educación, de civismo, de sentido de orden. Todos son unos “Yo mismo soy”.

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