Santo Domingo, parte atrás

Santo Domingo, parte atrás

FIDELIO DESPRADEL
De acuerdo a la opinión del secretario de Estado de Ultramar, arquitecto Eduardo Selman, las presentes generaciones y las por venir debemos agradecerle a él y a los inversionistas extranjeros su altruismo con el proyecto que le lavará la cara al Santo Domingo, patrimonio de la humanidad, para colocar, en su lugar, un “Santo Domingo para el siglo XXI”. Esa y no otra es la interpretación que puede hacerse de las declaraciones del flamante secretario, recogidas por el periódico HOY, del 22 de octubre, en ocasión del desliz (¿?)  de la Cámara de Diputados, de convocar, en el más estricto secreto, las vistas públicas (¿?) para discutir las bondades del proyecto.

Inimaginable, tan solo dos décadas atrás, que en el país de Manolo, Las Mirabal, Fernández Domínguez, Caamaño, la Raza Inmortal y el profesor Bosch, podía haber habido alguien que se atreviera a reeditar, con el mayor descaro, una actitud similar a los intentos de Buenaventura Báez y Santana de arrendar la Bahía de Samaná a los Estados Unidos, Francia o España, quienes son recordados por todas las generaciones de dominicanos y dominicanas como lo que fueron traidores a la Patria. Inimaginable también el silencio cómplice de hombres y mujeres investidos de poder, y juramentados bajo el mandato de la Constitución, que prohíbe, tajantemente, arrendar o comprometer, aunque sea tan sólo una fracción, de nuestra soberanía.

¡Que nadie se asombre por un juicio tan tajante!: El Congreso, nuestro Congreso, llamó a unas “vistas públicas” secretas. Y si la cosa no se empezó a debatir es porque tan sólo asistió la cabeza visible (dominicana) del proyecto, el señor Eulogio Santaella. E inmediatamente, el flamante secretario de ultramar se destapó con una declaración de antología, que el periódico Hoy reseñó de la siguiente manera: “El hecho de que a la vista publica convocada por la Cámara de Diputados para escuchar la opinión sobre el proyecto, no se presentara nadie, es una buena señal”. Agregando que “lo que se ha estado publicando en contra de ese proyecto realmente no tiene sustento, porque de haber sido así, a la vista pública habría ido una avalancha de gente para oponerse…”.

La respuesta a esta parte de la declaración del señor Selman la refiero a la Academia de Ciencias de la República Dominicana, a su Comisión Ambiental, a la arquitecta Amparo Chantada, al doctor Luis Scheker Ortiz, que entre muchos otros y otras han estado debatiendo el ingrato proyecto en la prensa y en distintos foros convocados para esos fines, y a los cuales nunca han asistido, ni el arquitecto Selman, ni el señor Eulogio Santaella ni ningún otro representante de este proyecto, que implica una traición a nuestra Patria.

En cuanto a la opinión de amplios sectores de nuestra población, voy a transcribir una parte del trabajo aparecido en la primera página del periódico Iniciativa, en su edición número 3, del 29 de septiembre, con el titulo: de “Un acto de traición a la Patria”:

“Nadie, absolutamente nadie, puede enajenar una parte integrante del Estado Dominicano. Nadie, absolutamente nadie, puede vender una parte de nuestra soberanía. Nadie, absolutamente nadie, puede apropiarse del paisaje y del entorno marino que es parte del patrimonio territorial y visual del pueblo de Santo Domingo.

“Ya lo hizo Santana cuando anexó a España nuestra República. También Buenaventura Báez y Lilis intentaron vender o arrendar la bahía de Samaná. A todos ellos el pueblo dominicano ha sabido colocarlos en el lugar que corresponde a los traidores de nuestra nacionalidad.

“El Presidente de la República y los miembros del Congreso fueron electos para preservar nuestra soberanía, nuestro patrimonio, para cumplir y hacer cumplir las leyes.

“Ellos son mandatarios del pueblo, pero ellos no pueden tener mas derechos que su mandatario, sin convertirse en usurpadores.”

En su parte final, el artículo de primera página de Iniciativa, planteaba lo siguiente:

“El pueblo dominicano y sus sectores mas activos debemos coordinarnos para exigir del Congreso su rechazo.

“Si lo aprueban, debemos hacer un compromiso de honor para no desmayar hasta la revocación de ese acto vergonzoso y jurar llevar ante la justicia a todos los responsables, por alta traición a la patria”.

El trabajo termina sentenciando: “¡Están advertidos!”

Me solidarizo en todas sus partes con la actitud y la advertencia de Iniciativa ante este acto insólito. Con el mayor respeto, además, le solicito a la Academia de Ciencias de la República Dominicana, que siempre ha estado del lado de la defensa de nuestra soberanía y de nuestro patrimonio histórico y natural, que haga valer, en este caso, nueva vez, su voz autorizada, para que esta no sea, tan solo, una lucha entre lo mejor del pueblo dominicano contra los nuevos Báez y Santana, en base tan solo a actitudes y sentimientos patrios, sino que la misma cuente, además, con el indiscutible aval científico de esta y otras instituciones del país.

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