Santo remedio

Santo remedio

Me encuentro entre el grupo de ciudadanos convencido de que muchas de nuestras enormes deficiencias, fallas y dificultades suelen ser remediadas con un poco de voluntad.

Es rigurosamente cierta la idea que tiene mucha gente de este pueblo, de que las cosas no funcionan con el debido rigor por la apatía, el desgano e irresponsabilidad de ciertos estamentos de la burocracia estatal.

Que nadie venga con cuentos chinos a dormirnos con la fementida cantaleta de que todo marcha a la perfección.

O de que tal obra no se ha completado por carencia de presupuesto o, en el menor de los casos, de retrasos en los trámites de alguna oficina gubernamental.

En el país, cientos de funcionarios medios dan muestras de una independencia que espanta; se hacen de la “vista gorda” cuando de cumplir sus deberes y obligaciones se trata.

Las demandas de las comunidades se hacen mayores, crecen justamente por apatías de representantes de organismos a los cuales se han asignado funciones, careciendo de la menor preparación y liderazgo.

La política, el clientelismo continúa siendo un freno a los intentos por desarrollarnos como nación. 

Si existe el “macuteo”, “la mordida” y el “dáme lo mío ahora” es sólo el producto de la ausencia de controles, de las justificaciones interesadas de aquellos que se benefician de la gran tajada del “pastel clientelar”.

En mi ‘disco duro personal’ guardo muchos ejemplos, que sería prolijo mencionar aquí. Pero basta, por si usted lo necesita, un ejemplo: En la intersección de las calles donde se localiza mi casa, en Arroyo Hondo, ocurrían desde hace años entre 2 a 3 accidentes de tránsito diarios, algunos de importancia y peligrosidad.

Obras Públicas colocó hace un par de meses unos ‘calderitos’, para reducir la velocidad de imprudentes conductores, y “Santo remedio”. Terminaron sobresaltos y peligros.

Si a los retos se les da respuesta rápida, algún día habrá patria.

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