Por: Maribel Lazala
Fotografías:Fuente externa

“Reina de los latidos y las alas del Egeo,tú has encontrado, con palabras que convencen al infinito,con fuego, con lava y con humo, las grandes líneas de tu destino.” Fragmento de “Oda a Santorini” de Odysseas Elytis

La isla de Santorini, en pleno Mar Egeo, forma parte de las numerosas Cícladas y es la isla que ha inspirado en las últimas décadas a incontables artistas, entre ellos, a reconocidos pintores, fotógrafos y literatos.  Y no es para menos. Arribar a sus orillas es descubrir un mágico entorno de emociones diversas, que incitan a la plenitud y a una inexplicable sensación de paz y sosiego. Grandes escritores la han denominado “isla desgarrada”, perteneciente a otra dimensión, a otro planeta “…que forma parte de la singularidad y peculiaridad del paradójico griego”. Y añade “…ese blanco que el sol hace centellear durante el verano en las Cícladas, convierte a la isla en inmensa y dichosa gaviota mecida en las aguas más refulgentes y tersas del mundo”. 

Y  todo aquel que pisa su suelo así lo reconoce. Sus aun rudimentarias carreteras, sus casitas blancas y azules, de rigurosa limpieza y simplicidad, sólo permiten complementar, sin competir, con el maravilloso espectáculo de un mar intensamente azul. Pero sus callejuelas nos llevan por innumerables establecimientos donde el turista descubre un sinfín de detalles que van desde la más exquisita joya hasta los atractivos souvenirs que identifican con sus colores azul y blanco esta interesante isla.

Su extraña naturaleza la debe al prolongado efecto de sus volcanes sobre su entorno.  Su suelo volcánico continúa siendo motivo de investigación por parte de los geólogos. Pero, a pesar de su limitada vegetación, sus habitantes han hecho de su vino toda una historia de esfuerzos, que ha dado por resultado una producción afamada por su gran calidad, como los denominados “nichteri”, “brusco”, “malvasia” y “bisanto”.  Pero, sin duda alguna, la afluencia de turistas de todo el mundo, ha permitido un movimiento económico que obviamente depende de los miles de Cruceros que transitan por el Mar Egeo y que tienen en Santorini un destino muy atractivo7

 El sol va extinguiéndose, la luz se atenúa y Santorini se transforma.  Las casas, los caminitos empedrados, las iglesias, el mar, el volcán, el cráter, cobran otro aspecto. Revestidos de un velo dorado que va volviéndose púrpura cuando el sol declina en el Egeo.

Una tras otra, las luces se encienden. El día se ha marchado, pero Santorini no duerme. Los establecimientos entran en ebullición. La gente inunda las calles, las tascas, los restaurantes, las cafeterías, los bares, las discotecas, todos los centros nocturnos se animan. Y es que Santorini es famosa, no sólo por sus antigüedades y belleza natural, sino también por su agitada vida nocturna. La diversión dura casi toda la noche y muy pronto aparecen los rosáceos rayos de luz de la mañana. Cada instante pinta de distinto tono a Santorini, regalándonos la posibilidad de llevar imágenes espectaculares de este bien guardado tesoro del Mediterráneo, acertadamente bautizado como “Un lugar único”