La zona oriental de la capital está acogiendo desde hace varios años talleres de artistas que trabajan su obra desde espacios que les permiten llevar una carrera donde se hace arte y oficio, sin presiones de tiempo. Sabemos que los maestros Ramón Oviedo y Domingo Liz optaron desde hace varias décadas por instalarse del otro lado del río, abriendo así una tradición artística y pictórica por la parte oriental de la ciudad de Santo Domingo, específicamente, el ensanche Ozama en el perímetro de la avenida Venezuela. Los artistas escogen casas de los años 60-80, con patios para trabajar y buscar al ritmo de la vida: la obra.
Así fue como nos encontramos con Santos Checo, abriéndonos las puertas de su residencia-taller, donde hemos podido observar sus investigaciones, búsquedas y logros con el paisaje.
La obra define rápidamente una ejecución del dibujo, con mucha definición en la figuración de espacios de profundos horizontes donde la línea de la tierra y el cielo convergen con gran profundidad y se destacan por las convivencias de los colores, separados en los fondos de las distancias de los campos abiertos.
El tratamiento del color se expresa con una disposición muy acertada entre pinceladas largas y cortas que llevan el color con el espesor y el relieve de quien sabe llevar el óleo a su mayor plasticidad. En sus marinas de la costa capitaleña donde los buques de mercancía se detienen antes de tomar alta mar, este artista compone sus telas con la extensión lineal de la pintura, de estilo casi puntillista.
El óleo ha marcado los maestros del impresionismo evocando siempre en el color la presión secular del dibujo y de la pintura. El realismo figurativo de Santos Checo no se detiene en una fidelidad a la realidad, sino, más bien al efecto, a la sensación o a la esencia que se desprende de una visión, de una imagen, para aterrizarla en una tela dándonos esa vibración de los encuentros del azul celeste con el azul marítimo, del blanco de la espuma de las olas con la voluptuosidad de las nubes y de los velos de luces y sombras que cubren el azul y el verde cuando se quiere levantar el mar o caer la lluvia.
Santos Checo es un pintor contemporáneo que dispone todo su oficio aplicado en la Escuela Nacional de Bellas Artes, para que sus cuadros sacados de la realidad natural y medio ambiental de República Dominicana puedan reflejar su sensibilidad visual. Tenemos en él un tal dominio del color y de la textura que sentimos la evocación estética de la pintura impresionista y a la vez naturalista-realista. Un arrozal es en sus telas una extensión llana de verdes y ocres hasta tocar en el fondo las laderas de una cordillera vestida de gris con relieves azules y verdes. Los árboles aparecen en primeros y segundos planos surgidos de pinceladas espesas que transmiten efectos impresionistas y a veces, fauvistas.
La pintura dominicana tiene desde los grandes maestros estos encuentros de estilos, escuelas y géneros al servicio del entorno natural criollo. Siempre hemos dicho que Yoryi Morel, el maestro santiagués, dejó una escuela que es imborrable en la trayectoria de la pintura dominicana contemporánea, desde los años 50. Ahora bien, la personalidad pictórica de Santos Checo es una búsqueda permanente de poner en evidencia la herencia de la gran pintura con sus encuentros visuales.
Parece ser, que dependiendo del ánimo y de las circunstancias este artista navega entre la tentación impresionista, esencialista, pero también, naturalista, sin poderse desprender de la presencia constante del uso y costumbre de la dominicanidad. Sus paisajes son encuentros visuales que pueden tomar sellos abiertamente figurativos y realistas, y en otros casos, alcanzar una suerte de impresionismo lindando la tentación hacia el abstraccionismo que señalamos en los toques de líneas entrecortadas y paralelas de sus primeros planos. Cabe destacar la ejecución artística de Checo en sus bodegones, indica un ejercicio de la forma muy contemporánea donde los espacios de las telas se comparten en geometrías.
La serie de Los platos de arenques conjuga un realismo formal en el que la crudeza y el simbolismo del arenque, debido al tratamiento del marrón confunde un resultado visual que linda casi con el hiperrealismo. Es obvio, que este artista es, ante todo, un pintor que experimenta la figuración buscando sacar de ella la mayor esencia de su belleza.
ZOOM
Acerca de Santos Checo
Nace en Santo Domingo, República Dominicana, en 1970. Egresado de la Escuela Nacional de Bellas Artes con separación de campo en Pintura. Licenciado en Psicología Clínica y posgrado en Psicoterapia Dinámica por la Universidad de Santo Domingo. Su acabadísima técnica clásica, expresada con notable acierto en el retrato y otros géneros, lo convierten en uno de los más exquisitos cultivadores de la tradición de mayor depuración y exigencia. Se ha mantenido al margen de la publicidad, aun habiendo participado en numerosas exposiciones y bienales.