POR LIGIA ABREU
En 1994, a Sara Hermann le preguntaron qué estaría haciendo en diez años. La historiadora de arte, que entonces contaba con sólo 25 años, respondió: dirigiendo el Museo de Arte Moderno. Diez años después, la fantasía que ella misma consideraba atrevida se ha convertido en realidad.
Sara Hermann ha trabajado esporádicamente en el Museo de Arte Moderno desde 1990, antes incluso de su graduación en la Universidad de La Habana en 1991, como licenciada en Historia del Arte. Comenzó como guía bilingüe, cargo que todavía ejerce, luego trabajó en el departamento de publicaciones y más tarde en la organización de bienales nacionales y del Caribe.
En el año 2000, después de vivir en Estados Unidos por 3 años, se reintegró al museo y hoy, después de años de esfuerzo y trabajo, ocupa la posición de directora. Tiene la convicción de que todo el que ha trabajado aquí está signado por un amor apostólico por esta institución que nunca se quita.
Este amor de Sara por la institución que ahora dirige se remonta a su niñez, específicamente la primera vez que fue al museo y tuvo la oportunidad de ver una de las obras del escultor Antonio Prats Ventós. Fue un momento trascendental… que no se borra jamás.
Ahora, Sara trabaja para dejar huellas similares en los corazones de los niños que visitan diariamente el museo. Ha organizado exposiciones de la talla de Dimensiones Históricas, una recopilación del arte dominicano de la década de los 60, que fue expuesta tanto aquí como en Cuba y Puerto Rico. Dimensiones Históricas fue la primera exposición investigada de este tipo hecha en el país.
Actualmente, los esfuerzos de la directiva del Museo de Arte Moderno han brindado al público dominicano la oportunidad de conocer la obra de Teodoro Chassériau, pintor francés nacido en Samaná en el siglo XIX. Las pinturas pertenecen al Museo del Louvre, el cual las cedió por primera vez a otra institución.
La asistencia del público a la exposición de Chassériau ha sobrepasado expectativas, y el museo ha instalado programas para traer a niños de escasos recursos a conocer obras que tal vez jamás volverán a verse en el país. La acogida ha sido tal que ya se habla de traer otras exposiciones del Louvre y otros museos extranjeros a República Dominicana.
Esto sin mencionar el trabajo de Sara en las bienales nacionales y caribeñas, y sus esfuerzos por difundir el arte dominicano en todo el país. Desde el año 2000 el museo trabaja para llevar reproducciones de obras de la colección permanente a diversos lugares de nuestra geografía, y dar talleres de arte a maestros. La directora cree firmemente que un pueblo que no se conoce a sí mismo es incapaz de ser reconocido por ninguna otra nación.
Y es que la meta de Sara es llevar el arte dominicano a los foros internacionales, para que adquiera la importancia que ella sabe merece. Ha trabajado como maestra en Altos de Chavón y la Universidad Iberoamericana por varios años, y esa pasión por enseñar se extiende a su ambición por dar a conocer ese arte dominicano por el que siente tanto entusiasmo.
A pesar de que considera que nuestro arte moderno es desconocido en el Caribe, asegura que éste es uno de los países del área con mayor movimiento cultural, aquí todos los días se hacen exposiciones. El Museo de Arte Moderno ya ha situado conferencias en diversos países sobre el arte caribeño actual, y ha llevado exposiciones a varias universidades y centros de Estados Unidos y Cuba.
FELIZ, PERO NO SATISFECHA
Todas las metas alcanzadas han hecho de Sara Hermann una profesional feliz, pero no satisfecha. Los que se satisfacen muy fácilmente terminan siendo mediocres. Yo creo que siempre se puede hacer más, siempre se pueden hacer cosas mejores.
Entre esas cosas mejores está lograr que las instituciones privadas y el pueblo se comprometan con el desarrollo cultural dominicano. Sabe que éste será un desafío más, pero no está dispuesta a rendirse. Hay que seguir nadando contra la corriente hasta que cambie la corriente; va a llegar un momento en que la corriente no va a poder con nosotros.
A pesar de que tiene numerosas satisfacciones profesionales hasta la fecha, Sara está segura de que su mejor logro está por venir. Tomando en cuenta su pasión por su trabajo y dedicación al arte, está claro que no debemos subestimar lo que logrará en los próximos diez años.